Visto y oído

Francisco / Andrés / Gallardo

'Güaiomin'

WYOMING es un tipo de carácter. Un perro viejo, un gato de catorce vidas que ha sabido sacar partido a su vehemencia y posición política. Le gusta la demagogia, todavía va de enfant terrible, y siente placer cuando se siente mártir (¿puntito masoca?). Se pavonea de cobrar y saber vivir. Y ha vivido mucho. Tiene rapidez de reflejos, vis cómica apabullante, frunce el ceño como nadie y parodia su mal genio. Surgió de las aceras de la movida y debutó en la TVE calviñista en un concurso de cine en la Segunda Cadena (Silencio se juega) con Paula Gardoqui. Wyoming, malencarado y sardónico, mantuvo el vuelo en Caiga quien caiga, programa de Globomedia al que debe seguir siendo lo que fue hace un cuarto de siglo. Fíjense cómo anda el resto de aquellos primeros hombres de negro, el terror del aznarismo.

Por eso y por muchas cosas más, los detractores de Chechu Monzón (el nombre verdadero de aquí el amigo Güaiomin) vieron el cielo abierto cuando por los youtubes del universo lo contemplaron en acción maltrantado, presuntamente, a una borrosa becaria. Los de El intermedio mandaron el vídeo a Intereconomía, un operador de la TDT, socio de Vocento, pelín escorado a la derecha, que encuentra en Wyoming y en La Sexta una diana para descargarse contra el Gobierno y buscar cuota de protagonismo. Los de La Sexta están encantados por tener enemigos que legitiman su pose progre y que a su vez les permite ganar protagonismo a través de un falso victimismo autocomplaciente. Entre unos y otros levantaron una bola de nieve prefabricada. De un montaje. Un montaje más. Ni Wyoming es tan cabrón (como se justificó), ni los de El intermedio tan tontos. Lograron récord de audiencia con la maniobra. Los de Intereconomía, a su escala, también lo lograrán. Menudas pandas de timadores.

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