Visto y oído

Francisco / Andrés / Gallardo

Hacer el oso

HACE setenta años nuestros abuelos, siempre tan germanófilos, contemplaban a la pérfida Albión más aislada que nunca ante alemanes y franceses, dispuestos a saltar el canal. Al cabo de los decenios, Alemania y la Francia conservadora vuelven a controlar Europa. A su manera. Los stukas de la nueva guerra mundial tienen forma de férreas medidas económicas. Y el Reino Unido se enroca en sus propios pesos y medidas. A ellos siempre les ha salido rentable ir por libre, despegados del continente cuando les conviene, fortaleciendo los túneles que les unen con los norteamericanos y su Commonwealth. Incluso su tele, siempre bien vendida, sigue otros derroteros.

Pero si nos falla sir David Attenborough la crisis birtánica adquiere tintes de decrepitud imparable. La última serie documental de la BBC ha tenido que reconocer que los ositos polares que aparecen fueron filmados en un zoo holandés, porque meter una cámara en una guarida ártica era imposible y había que relatar cómo pasan su infancia los feroces peluches. Justifican además que es "una práctica común" ¿No me digan que todos esos ñúes zampados por los cocodrilos pastaban tranquilos por Yorkshire?

En El hombre y la tierra había lobos, águilas y halcones que eran unos actorazos. Estaban "troquelados", como se defendían en el argot de los tiempos de Félix Rodríguez de la Fuente. Claro, a ver cómo iban a encuadrar a la manada sedienta discurrir cuesta abajo tras un muflón. Algo parecido a lo de aquel lobo ibérico de la foto de José Luis Rodríguez premiada por la mismísima BBC.

Pues esa BBC, resquicio de nuestras esperanzas de calidad, filma en un Ártico de mentirijillas y ya sabrá Attenborough qué otros chanchullos en pro de la divulgación se habrán filmado como verdad verdadera. Al final nuestro mundo va a ser el de El show de Truman.

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