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Historias de Navidad

Si algo hemos de destacar de estas historias entrañables de Navidad es su sencillez

Sucedió hace casi doscientos años, en un pueblecito austriaco cerca de Salzburgo. Acercándose la Nochebuena, el padre Mohr descubre el contratiempo de una nueva avería en el viejo órgano de la modesta iglesia de San Nicolás. Aficionado a la música y la poesía, improvisa sobre la marcha un poema titulado Stille Nacht, y recurre a la ayuda del maestro de la escuela Franz Gruber, rogándole una composición musical para ser cantada con guitarra, algo inhabitual en la liturgia de la época, donde predominaban los cantos en latín. El viejo Gruber le correspondió con una hermosa melodía y ambos la cantaron ante el asombro de los fieles, acompañada sólo de la guitarra del párroco, en la misa de Nochebuena de 1818. Así nació el villancico Noche de Paz, el más famoso del mundo.

La escena se fue repitiendo los años siguientes cada misa de Navidad, hasta la muerte de sus creadores, casi al mismo tiempo, hacia la mitad del siglo. Por esas fechas, y tras una nueva reparación del órgano de la iglesia, el organista reparó en la partitura de la obra, y se la facilitó a un grupo de cantantes que realizaban giras interpretando temas folclóricos tiroleses, añadiendo el villancico al repertorio, el cual así fue acrecentando su popularidad primero en la corte (se cuenta que fue interpretado ante el emperador Francisco I de Austria, e incluso ante el zar Alejandro I) y después por todo el mundo. Lo curioso de la historia es que sus autores han permanecido en el anonimato hasta hace apenas veinte años cuando se descubrió el manuscrito original, y desde entonces su figura está representada en una vidriera de la reformada iglesia donde fue interpretado por primera vez.

Si algo hemos de destacar de estas historias entrañables de Navidad es su sencillez. Desde la candidez del cura de pueblo con su guitarra a la infantil inocencia de la música adaptada sobre la marcha por el maestro de escuela. Como los cuentos de Navidad de Dickens, como las historias de Chesterton o de Irwing. Como el mismo misterio que se representa estos días, todo un mundo paralizado ante la radical humanidad de un niño en pañales amparado en la noche por sus padres y los pastores. Tantos años después, y antes de sucumbir ante los buenos deseos de los centros comerciales envueltos en papel celofán, todavía hay sitios para escuchar en la serena intimidad de la misa del gallo Noche de Paz.

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