HOY debe ser un gran día, pero un día de sentimientos encontrados. Ya, ya sé que como en casa no se está en ninguna parte, pero, en esta tarde de viernes en que el Señor vuelve a su casa, uno no sabe a qué carta quedarse. En este retorno a la morada propia, no se sabe qué pesa más, si la alegría por la vuelta o la pena por la marcha de un lugar donde ha estado estupendamente. Hoy va a ser, seguro que sí, un gran día en mi barrio de toda la vida, donde nací y vivo, y en Sevilla entera. Esta tarde, cuando acabe de caer el manto de la noche, mi calle se preñará con la presencia del Señor y, como Baños, Miguel Cid, y San Antonio y San Vicente, y Santa Ana y Santa Clara hasta desembocar en San Lorenzo. El dédalo de la Sevilla de siempre registrará imágenes insólitas al paso del Señor, de ese Gran Poder que seguro que volverá con pena la vista atrás antes del retorno definitivo a su casa de San Lorenzo.