coge el dinero y corre

Fede / Durán

¿Huelen a quemado las redes sociales?

LAS redes sociales suenan a duda o, como diría Warren Buffet, celoso zorro inversor, a burbuja 2.0. Tienen, en el mejor de los casos, un valor aproximado: si Telefónica compra el 90% de Tuenti por 70 millones de euros, una simple regla de tres permite averiguar el precio total.

Así se ha tasado en distintos momentos de la historia reciente a Facebook (65.000 millones de dólares), Groupon (25.000), Twitter (3.700) o Foursquare (100). Murdoch pagó por Myspace 580 millones. Y Microsoft adquirió el 1,6% de Facebook por 240.

Muchas pistas cualitativas, desde luego, pero también poca chicha porque este tipo de negocio vende más una expectativa que unos ingresos reales. Su producto, al menos de cara al anunciante, es el tráfico de usuarios, que a su vez, gracias a un rastreo de los hábitos de consumo, permite a las compañías-cliente lanzar sus campañas publicitarias con mayores posibilidades de captación.

Los ingresos provienen en primera y casi única instancia, pues, de la publicidad. Distintos estudios cifran en un 85%-90% las empresas 2.0 que los obtienen de esta fuente. Ni los donativos (Wikipedia), ni las suscripciones anuales, ni el pago por uso son hoy alternativas sólidas. Facebook tendrá pues que vivir de las expectativas de futuro y, progresivamente, de lo que ingrese vía publi.

El grandísimo problema de los negocios gratuitos es que han logrado su masa crítica precisamente por su naturaleza. Pretender cobrar tras años de gratuidad es trasladarle al usuario un mensaje nefasto. Ése ha sido, por cierto, el peor fallo de la prensa mundial. Si regalas tu producto en internet transmites al mercado que vale cero.

Existen, sin embargo, algunos buenos modelos. Lindekin, la red de contactos profesionales, es uno de ellos: se basa en un sistema mixto que combina lo gratuito y las cuotas mensuales o anuales. Cada escalón extra implica, lógicamente, un valor añadido. Y poco a poco emergen las nuevas perlas de la corona internáutica: los centros de compras -que recolocan partidas concretas de las marcas adheridas- y las redes de videojuegos (Zynga), que enganchan definitivamente al universo on line a una industria potentísima en la que España siempre ha destacado.

¿Qué opinan los inversores? Banif, la división de banca privada del Santander, habla claro: mientras no coticen en Bolsa (y sólo Facebook tiene previsto hacerlo en EEUU durante el primer semestre de 2012), cualquier aproximación seria al negocio es pura fábula. La renta variable busca empresas sólidas, asentadas en un pavimento de muchos millones de dólares. Incluso los ricos se han vuelto alérgicos a las burbujas. Nadie quiere perder dinero sin alimentar antes, siquiera ficticiamente, sus esperanzas de multiplicación.

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