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la ciudad y los días

Carlos Colón

Humillación de las 'setas'

MAÑANA empieza la primera Semana Santa del engendro del germano. La primera en la que pasarán cofradías bajo esa basta parodia de la modernidad según el PSOE que tan buen juego hace con la modernidad según el franquismo, integrándose con toda naturalidad en el catálogo de horrores y errores que va de los grandes almacenes del Duque a los bloques de pisos de Imagen, pasando por la Campana del Ocaso, Zara y la hamburguesería; la Villasís del Hotel Luz y el mamotreto del Monte; la Laraña de los pisos de la esquina de Orfila y el mamarracho de la Facultad de Bellas Artes; y la Encarnación del Parasol Menudol que cada vez recuerda más las vísceras que vendían en los puestos de gandinga para el menudo.

Primera Semana Santa de las setas, sí. ¿Y qué? Estos mamarrachos destrozan la ciudad pero no pueden con la Semana Santa. ¿No pudo Jesús Nazareno con los grandes almacenes, los Negritos con la calle Imagen y las Siete Palabras con Virgen de los Buenos Libros? ¿No pudo el Calvario con esa mitad de Castelar que parece un trasplante de Los Remedios y la Soledad con los bloques de pisos que le robaron a Joaquín los cielos de Sevilla? ¿No pudieron todas las cofradías con la destrucción de casi toda la Campana y gran parte de la Avenida? Pues lo mismo podrán con las setas.

Es mejor que no las eviten; porque pasando bajo ellas las humillan. No salen perdiendo Ojeda, ni Ocampo, ni Roldán al enfrentarse a ellas; salen perdiendo el señor Sánchez y herr Mayer. El pregonero lo dijo: quien el Viernes Santo por la mañana se fije en las setas en vez de en la Esperanza es como el tonto que se queda mirando el dedo que señala la Luna. La que pudo con las avenidas desoladas, el puente del Alamillo y el estadio Olímpico, ¿no podrá con la marquetería barata de las setas, los gofres, las tripas del menudo o como quieran llamarle?

Eso sí. Como la Semana Santa es sentimentalmente la Navidad de tantos sevillanos, el momento en que más intolerable se hace la ausencia de quienes queremos, el mamarracho de las setas se sumará a la pena que sentimos por el recuerdo de tantas cosas que nunca se hubieron debido derribar y por tantas que nunca se hubieran debido edificar. Y recitaremos al verlas el llanto por Sevilla de Rafael Cansinos Assens: "Si te viésemos nuevamente, oh ciudad, acaso no te reconoceríamos: porque en nuestra ausencia las hordas han pasado sobre ti con sus armas de destrucción… Y sentiríamos dentro de tus muros la congoja de los extranjeros… Y al llorar por nuestros muertos que en tu seno reposan, habríamos de llorar también por ti como por un gran cadáver insepulto".

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