Qué raro se hace ver una serie con el ADN de una cadena par emitida, fuera de su contexto natural, en una cadena impar. No es un juego de palabras. Impares, proyecto impulsado por Drive para elevar el listón de la televisión digital terrestre, y emitida en su primer pase por Antena. Neox, habría tenido como destino natural una cadena par, pero finalmente ha sido su hermana mayor, la Antena 3 grande, quien la ha acogido a la dificilísima hora de la cena. Vale que lo ha hecho en pleno verano y a modo de prueba. Pero aun así es un riesgo.

Porque Impares, tal y como está concebida por sus creadores, hubiese venido como un guante en la programación y la filosofía de La 2. Impares se habría adecuado perfectamente al perfil de público de La Sexta. Impares podría haber sido un buen proyecto de Cuatro. Una cadena que podría haberle sacado más jugo complementándola con una revista magacín o uno de esos formatos coach que tanto gustan sobre las emociones y las relaciones personales.

Viendo Impares uno parece estar asistiendo a la emisión de una serie de cortometrajes con una estética muy determinada. Viendo Impares el espectador se aproxima a nuevos rostros que podrían nutrir algún día la ficción nacional. Su montaje sincopado, sus saltos de edición y su opción estética, (con esa forma que tienen los personajes de dirigirse a cámara y devenir en conato de documental) nos remiten, por ejemplo, a toda la filmografía de Vicente Villanueva, el de El futuro está en el porno y Heterosexuales y casados. Y a la de tantas otras firmas a tener en cuenta. Por eso y por mucho más es una placer encontrarnos, a la hora de la cena, de lunes a viernes, con Impares. Aunque nos desconcierte un poco encajarlo dentro de la programación de Antena 3. Sólo es cuestión de tiempo.

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