Las dos orillas

José Joaquín León

Increíble, pero incierto

Amedida que pasan los días, el crimen de Marta nos deja detalles aún más lamentables. Es un caso que genera alarma social, pero mucha más alarma de la que se podría imaginar, tanta que casi todo es alarmante, al punto de pensar dónde nos hemos metido. Empezaremos por nosotros mismos, por los medios de comunicación. Se están publicando noticias sobre lo ocurrido que son inciertas, o al menos dudosas, de modo que un día se afirma que detuvieron a Miguel porque había indicios, entre ellos el cenicero con el que la asesinó, y al siguiente se publica que el cenicero lo tiraron al río con el cadáver, y más tarde que lo buscan y no se sabe dónde está. O que trasladaron el cadáver entre dos en un ciclomotor, y al día siguiente resulta que fue en un automóvil del padre del menor, pero no está claro del todo. Se publica que Marta volvió a su casa a las 09:30 de la noche y que la vieron tres vecinas, incluso una habló con ella; y también se ha publicado que el criminal había mentido y que la llevó directamente a su domicilio, en León XIII, donde la mató. Varios vecinos sintieron la pelea mortal en el inmueble donde ocurrió. Por lo visto, todo les pareció muy normal. A nadie se le ocurrió avisar a la Policía.

A esto se añade la hoguera de las vanidades de algunos niñatos amigos y amigas, menores de edad, de ronda informativa por las televisiones, que ha llevado a intervenir a la fiscal jefe de Sevilla, María José Segarra, y al Defensor del Pueblo Andaluz, José Chamizo. Pero no ha quedado claro de quién hay que defender a esos menores. ¿De las televisiones horteras? ¿De su propia mamá que chupa cámara? Probablemente, habrá que protegerlos frente a ellos mismos, que no saben lo que hacen, o se pasan de listos. Y mientras tanto, el tuenti echando humo. Al menor de 15 años que han detenido ya lo acusaron sus amiguetes y conocidos en la red en la noche del viernes pasado; es decir, antes de que ningún medio de comunicación informara sobre las detenciones. Se enteraron dos días antes de publicarse en la mayoría de los diarios, lo que revela que varios chavales sabían demasiado, quizá más de la cuenta, incluso más que la Policía.

Mientras Antonio del Castillo vuelca su dolor en solicitar que se instaure la cadena perpetua, veremos cómo acaba este caso en los tribunales. Samuel Benítez ya se ha declarado inocente, y ahora sostiene que se culpó porque le zumbaron y amenazaron. El hallazgo del cadáver es fundamental. Sólo cuando sea analizado se podrán establecer las certezas que ahora sólo son rumores y contradicciones. Mientras tanto, en este caso se ve, día a día, que hasta lo más malo puede ser peor. No se agota la capacidad de asombro. Increíble, pero incierto, pues no sabemos a dónde llegará.

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