Cuchillo sin filo

Francisco Correal

Incursiones bizantinas

UN escritor sevillano y un fotógrafo romano que se conocieron en el Kabul de los talibanes. Los dos trenzaron una sociedad de afectos cuyo último resultado es un viaje de Estambul a El Cairo, libro con textos de Eduardo del Campo y una foto de Riccardo Venturi en portada que muestra a la mujer de un preso kurdo en la ciudad turca de Diyarkabir.

El libro se imprimió en Córdoba en la editorial Almuzara, que puso en marcha el ex ministro de Trabajo Manuel Pimentel, gaditano de Algodonales. Es el año de los ex ministros de Trabajo. Ha contado con la colaboración de la Fundación Tres Culturas del Mediterráneo con sede en el pabellón de Marruecos de la Expo 92. Un libro mediterráneo que deja de serlo en el Estrecho del Bósforo, el primer escenario de este viaje apasionante que se abre en un hotel de Estambul con un recepcionista turco y un botones kurdo viendo en armonía por televisión un partido de la Uefa. El libro salió de imprenta el 28 de febrero, fiesta de Andalucía y de la proclamación de la independencia de Egipto.

Venturi y Del Campo volvieron a coincidir en un escenario mucho más doméstico. El italiano le regaló a mi amigo Eduardo el álbum de fotos de su boda con Cristina, a quien le dedica el libro. Medié en su momento para que el autor de De Estambul a El Cairo volviera de Nueva York un año antes de que cayeran las Torres Gemelas. Su socio Venturi nos muestra en el libro estampas rotundas de Damasco y Jerusalén, mujeres policías de Gaza y restos de una iglesia bizantina. Un paisaje jordano desde el castillo de Herodes y las mil y una noches en un local nocturno de Tel Aviv.

Tiene Estambul una innegable atracción literaria sólo comparable a la que tuvo Roma y la que tiene Nueva York. Francisco Núñez Roldán ha presentado su novela De Algeciras a Estambul con la que este catedrático de Inglés ganó el Premio Ateneo de Valladolid. Del Campo y Venturi parten de la ciudad que Constantino convirtió en nueva capital del Imperio Romano. Constantinopla que dejó de serlo en 1453, cuando la ciudad fue tomada por Mehmet II el Conquistador. El final de la Edad Media.

La ciudad que deslumbró a Juan Benet es capital del último socio europeo, epílogo abigarrado de la generación comunitaria del 27. Epicentro de un país que en su modernidad contrató a firmas españolas la fabricación de 440 vagones de trenes de cercanías y doce unidades para trenes de alta velocidad entre Estambul y Ankara. Una ciudad de la que sólo se habla en televisión por los vaivenes sentimentales de Dani Güiza. El futbolista jerezano está como pez en el agua entre tanta diéresis, desde Kemal Atatürk, el político que modernizó el país, hasta Güney, Sur en turco.

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