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Fragmentos

Juan Ruesga Navarro

Iniciativa privada y cultura

LAS dificultades económicas del Museo del Baile Flamenco no son una buena noticia para Sevilla. Aunque en los tiempos que corren es habitual, lamentablemente, conocer que una empresa pasa por dificultades económicas o incluso su posible cierre. Porque creo que ése es el punto central, identificar que el Museo del Baile Flamenco es una empresa privada y que, aunque se rotule con la palabra museo, no deja de estar sujeta a las mismas dificultades de cualquier iniciativa privada. Y, como otras muchas empresas de múltiples sectores, ha dispuesto de ayudas públicas para desarrollar el proyecto. Y, como otras muchas empresas, para poderla iniciar, sus responsables, en este caso Cristina Hoyos y su familia, pusieron su patrimonio como garantía de sus inversiones. Ahora, en tiempos complejos, con menores ingresos por actividades, los gastos corrientes y la amortización de los préstamos bancarios pendientes hacen difícil su continuidad. Y repito, es una mala noticia en sí misma y para el panorama cultural sevillano.

Es verdad que las empresas, y las culturales también, deben ser viables. Y las culturales, en mi opinión, son viables si se dan tres condiciones, necesarias, las tres: la gestión adecuada de su equipo responsable, las ayudas de las distintas administraciones y el apoyo del público. Por eso, cuando una empresa cultural anuncie su cierre debemos pensar cuál de las tres partes ha fallado o si han sido más de una. Sus responsables deben hacer autocrítica, que ya la llevan en los malos tragos del día a día; el sector público debe reflexionar si las ayudas, no sólo económicas, son suficientes, si se conceden en las fechas adecuadas y si facilitan la estabilidad de los proyectos; y, finalmente, el público debe pensar si ha hecho lo que podía por apoyar la iniciativa en dificultades, empezando por asistir a las actividades programadas o visitar sus exposiciones o actos.

Quizás conviene recordar que una gran parte de la actividad cultural de Sevilla depende de la iniciativa privada y del esfuerzo de personas y colectivos. Sin la iniciativa privada, es decir, sin empresarios culturales, en Sevilla no habría ninguna galería de arte, como Rafael Ortiz, Concha Pedrosa, Isabel Ignacio, Birimbao, La caja china y otras muchas. No existirían las salas teatrales como La Imperdible, el Teatro Salvador Távora, el teatro TNT, la sala Cero, la sala La Fundición, la sala Fli y otras, y sin ellas no existiría el Festival de Teatro de Sevilla. Sin las peñas flamencas y algunos tablaos, el público en general no tendría todas las semanas oferta de flamenco. Sin el respaldo de la iniciativa privada tampoco existirían el Museo de Carruajes, ni el centro de Focus-Abengoa de los Venerables, ni la Biacs. Y tampoco el Museo del Baile Flamenco y otras muchas. Y sólo menciono las que están abiertas directamente al público.

La desaparición de todas ellas nos haría retroceder en décadas como ciudad. Quizás no sea para tanto. Pero conviene que lo pensemos. El Museo del Baile Flamenco puede cerrar. Para muchos sevillanos nunca ha existido.

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