Palabra en el tiempo

Alejandro V. García

Inquisiciones

UNA particular (de ese modo enigmático se refieren a ella los periódicos) ha logrado, vía Santiago de Compostela, y con el apoyo de la Red Madre, que un juez de Granada impute por la vía penal a cuatro científicos que trabajan en el Banco de Línea Celulares granadino. La mera imputación y, sobre todo, el hecho de que unos científicos tengan que responder penalmente de sus tareas en pro de la erradicación de gravísimas patologías constituye una humillación de la razón y de la esperanza de millones de pacientes frente a los dogmas y las creencias ciegas de unos pocos. Una más. El listado de las inquisiciones emprendidas contra la ciencia es largo y recurrente.

La denuncia parece hija del despecho. El nombramiento de Bernat Soria como ministro de Sanidad provocó la reacción iracunda de los consabidos sectores conservadores que no le perdonan que liderara la investigación con células madre en España. Ya antes, en 2003, el PP, aún en el Gobierno, recurrió ante el Constitucional la ley andaluza. El eje del recurso no era el derecho a la vida, sino que la ley "menoscababa las competencias del Estado en investigación". Unos meses después, tras los resultados electorales del 14-M, el Gobierno socialista retiró el recurso. Pero el mal de fondo, la inquina, no se ha sosegado.

Hasta ayer, en que conocimos el extraño vuelo peninsular de la denuncia planteada por una "particular" en Santiago. Resulta extraño que un juez acceda a abrir diligencias penales contra cuatro científicos por unas investigaciones amparadas legalmente y autorizadas por los respectivos comités éticos nacional y autonómico. Si la denuncia, como parece, lo que pretende es poner en duda el sustento ético de la ley en la manipulación de preembriones, ¿por qué no se recurre la ley en vez de demandar a quienes la cumplen? ¿Cómo se admite una denuncia contra cuatro científicos por cumplir la ley? Y si la cumplen, ¿por qué se les imputa? Nadie duda de que las diligencias previas serán archivadas, lo que demuestra que el único objetivo de la demanda ha sido el ruido y convertir la imputación y el obligado paseo por los juzgados en una advertencia insolente y en una prueba de fuerza de los grupos más conservadores, no hacia el Gobierno, desde luego, sino hacia los avances de la medicina regenerativa.

La imputación de los científicos ha coincidido en el tiempo con la divulgación de los avances logrados por dos equipos que han desarrollado a partir de la piel un prototipo de células semejantes a las embrionarias. La impertinencia, si cabe, es aún mayor. Todo para salvar el alma de los preembriones. Si es que los preembriones tiene alma y si es que existe el alma.

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