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El poliedro

José Ignacio Rufino / Economia@grupojoly.com

Intolerables perogrulladas

La polémica sobre los emigrantes conflictivos en Europa está en plena efervescencia, avivada por la crisis

LA inmigración es un asunto peliagudo, que toca fibras sensibles. Dos tipos de fibra, a saber: la políticamente correcta, que abomina de cualquier consideración social o económica acerca de la procedencia de las personas, y la de la gente de a pie, mucho más basada en la parte emocional del cerebro. Esta última es mayoritaria, y cada día de crisis que pasa lo es más. Hace poco, un consejero del Budesbank y miembro de la socialdemocracia alemana, Thilo Sarrazin, fue masacrado públicamente: se lo llamó "político racista" y cosas peores, si duda con razón, ya que llegaba a decir que ciertas razas son estúpidas "congénitamente". Sin embargo, uno de cada cinco alemanes -cabreados crónicos, o asustados- lo votaría... mientras, él se conforma con vender 300.000 ejemplares su recién editado libro, en el que se despacha a modo con los musulmanes (que, por cierto, no son una raza).

Otro caso de esta dicotomía en la opinión pública (pública y privada, mejor dicho) está en pleno auge: Sarkozy quiere expulsar a aquellos rumanos o búlgaros gitanos que no aportan nada a la sociedad francesa y son más conflictivos que otros moradores de Francia. Esta última frase es políticamente muy incorrecta, y no sólo por la suposición de que mendigan y roban más, sino sobre todo por mentar la palabra "gitanos", lo cual a su vez parece destapar fantasmas del pasado nazi y sus pogromos de judíos, gitanos, homsexuales y negros. Sin embargo, muchísimos franceses parecen suscribirla, sobre todo los que se rozan día a día con el grupo en cuestión: el grupo étnico, ahí duele. ¿Quiere usted que una familia gitana ocupe un piso al lado del suyo? Puede contestar "depende", claro.

El error es identificar rumano con rumano gitano. Huelga decir que el rumano es una persona que no se va de su país por gusto, que está dispuesto a trabajar como el que más e incluso más aun, y que tiene muchas similaridades sociológicas con el español que iba a trabajar a Alemania o Suiza en nuestra posguerra. Hay cientos de miles normalmente establecidos en España, y la inmensa mayoría no es gitana. Dicho sea también que todos conocemos gitanos no ya integrados, sino perfectamente decentes como ciudadanos. Ahora bien, ¿por qué la gente, la mayoría de la gente, es reacia a convivir con gitanos rumanos en Francia, o se apena cuando ve que su ayuntamiento entrega el bloque de al lado de su casa a familias gitanas pobres, o desconfía de tener una gran mezquita al lado de la casa que se ha comprado? Pues porque temen que sus propiedades y su seguridad se vean afectadas negativamente. Dos necesidades humanas básicas de la Pirámide de Maslow en version siglo XXI: cuando te las tocan, reaccionas con el lado derecho de tu cerebro, el límbico (que es tan iletrado como sincero). Sarkozy aprovecha ese tirón... aunque lo llamen de todo: racista, homófobo, nazi. Sin embargo, cualquiera desearía que sus gobernantes le quitaran de enmedio a unos indeseables: aunque sean gitanos. Entonces, a todos se nos llena la boca de grandes principios: Constitución, marginación, integración, peligro de fractura social, Historia que se repite, etc. Lo cual no evita el problema. Que lo es, sobre todo para quien lo sufre.

La inmigración es un fenómeno demográfico necesario para el crecimiento de las economías. Pero no cualquier emigracion: no es lo mismo un fontanero polaco (rumano, argelino, senegalés) útil y con ganas de trabajar, convivir en paz y criar a sus hijos mejor, (o mandar remesas a casa, conseguir ahorrar y acabar volviendo a casa para establecerse profesionalmente y dar gloria a su gente y a su país: un ciclo virtuoso de la emigración)... que un polaco (rumano, etc.) que viene a malvivir, o a mendigar y hacer mendigar a su familia, o a integrarse en una banda que extorsiona, atraca o roba cobre. O, en su caso, que no respete -e incluso odie- las prácticas sociales y los derechos que imperan en el sitio de destino. Es normal que, en este segundo caso, los nativos -más o menos originarios y más o menos mestizos- quieran que se los pare y, a ser posible, se los devuelva a su país. ¿Una intolerable perogrullada?

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