La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Intolerancia vacaburra

Hay quienes deciden que la única razón es la suya y que en la Universidad solo se debate lo que ellos consientan

La Universidad de Sevilla lamenta "profundamente" los acontecimientos que tuvieron lugar el jueves en la Facultad de Derecho y manifiesta su "rechazo a la actitud de aquellos que consideran, a partir de sus planteamientos y doctrinas dogmáticas, que la única razón es la suya y el único debate el que ellos propongan". ¿Qué había pasado? Que los podemitas reventaron una conferencia de Alicia Rubio, del partido ultraconservador Vox y autora del libro Cuando nos prohibieron ser mujeres... y os persiguieron por ser hombres. Para entender cómo nos afecta la ideología de género. Los muy sesudos y universitarios argumentos coreados por los reventadores iban de lo elementalmente grosero -"mi cuerpo, mi vida, mi forma de follar, no se arrodilla ante el sistema patriarcal"- a las amenazas -"Vox, fascistas, estáis en nuestra lista"-. Al final la conferenciante tuvo que salir escoltada por una puerta trasera.

¿La Universidad es un foro de debate libre y abierto a todas las corrientes de pensamiento que no vulneren las leyes y la Constitución? Sí. ¿Vox es un partido democrático con derecho a participar en la vida política? Sí. ¿Es ultraconservador? Sí, al igual que Podemos es pos/neo/ultraizquierdista. ¿Es posible disentir de la ideología de género? Sí. Y sin embargo hay quienes deciden que no, que en la Universidad solo se puede debatir lo que ellos consientan, que Vox es un partido "fascista" y esto hace necesario "ponerlos en la lista", que criticar la ideología de género equivale a defender el machismo, el patriarcalismo y la sumisión de la mujer. Y que ello les autoriza a usar la coacción, el insulto, la amenaza y la violencia como armas legítimas contra formas de pensar ilegítimas.

Esta intolerancia y esta violencia están en el ambiente desde la irrupción de la nueva extrema izquierda (Podemos y las mareas) y el ascenso regional de la antigua (ERC). Días antes Rufián (ERC) había dicho esta monstruosidad antidemocrática en un Congreso cada vez más tabernario: "No hay ley por encima de la decencia". ¿Y quienes deciden lo que es o no decente? Ellos, naturalmente. Su causa es tan sagrada, su verdad es tan absoluta y su razón está tan por encima de cualquier otra razón que se sienten autorizados a vulnerar las leyes en nombre de los principios superiores que estimen convenientes. Ya se lo dijo Lenin a un horrorizado Fernando de los Ríos: "¿Libertad para qué?". Así estamos.

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