Visto y oído

Francisco / Andrés / Gallardo

Jamones

UNA organización que trabaja por el desarrollo en África ha anunciado que va a emprender medidas legales contra un anuncio de jamones en el que un par de españoles son apresados por una tribu de caníbales peliculeros para incautarles lo que llevan. En la segunda parte deberá de verse a Moratinos pagando el rescate.

Desde que fueron retirados los spots de ironías rurales y de enanos, crecieron las suspicacias. En cuanto un colectivo sospecha que está siendo retratado con algo de guasa, ya tiene preparada la denuncia para el cese. El anuncio en cuestión del jamón navideño, con un mono sabio que descubre la mala calidad del fiambre llevado por los exploradores tacaños, es una parodia del cine de aventuras de las desaparecidas sesiones infantiles en el cine del barrio. Lo que aparece es un cliché de broma de esas películas de jungla amarilleadas por el tiempo, manteniendo el fondo del mensaje que lleva años inculcando esta empresa cárnica.

Ni el público siente ahora más desprecio por los africanos, aunque por allá se secuestren a los españoles de verdad; ni tampoco se van a disparar las ventas de jamones. El anuncio está currelado y durará lo que duran estas semanas de exprimido navideño. Es muy duro ser publicista en estos tiempos en que si eres políticamente correcto no te contratan; y si no lo eres, te demandan al primer chispazo.

El mismo grupo alimentario acaba de estrenar otra historia de treinta segundos y que transcurre en un Pseudoafganistán en el que los soldados españoles se disputan un envío de fiambre con los británicos. Otra pequeña película muy bien ambientada pero que se echa a perder por una resolución muy hortera. El Ministerio de Defensa debería denunciarlo simplemente por chungo. Aunque en esos anuncios hay más inspiración que en todos los estrenos de series españolas de esta temporada.

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