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Hoja de ruta

Ignacio Martínez

Jueces del Sepla

LOS jueces han entrado hoy por derecho propio en un club muy exclusivo: el de los pilotos de Iberia, el de los controladores de vuelo. Huelguistas de salón. Privilegiados que perjudican al ciudadano para demostrar que tienen la sartén por el mango y el mango también. Uno de los poderes del Estado hace huelga. Sus señorías están muy ofendidos porque a uno de los suyos lo querían empapelar por no haber cumplido con su deber. Los jueces se colocan por encima de la ley y hoy hacen huelga.

Como es un hito histórico, habría que darles una serie de recomendaciones a los primerizos. Por ejemplo, que no hay huelga que se precie que no tenga un buen piquete. Piquete informativo naturalmente, provisto de bates de béisbol para amedrentar a los esquiroles. Esquirol es una palabra de origen catalán. De la localidad barcelonesa de L'Esquirol procedían los obreros que, a fines del siglo XIX, ocuparon el puesto de trabajo de los de Manlleu durante una huelga. Define, con desprecio, a las personas que se prestan a ocupar el puesto de los huelguistas. Con los esquiroles, los jueces huelguistas deben emplear mano dura, pincharles las ruedas de los coches, amenazarles con no invitarles jamás a una cacería de postín, que son tan de su agrado. Los esquiroles, por definición, están vendidos a la patronal opresora y con lo que son unos traidores de la clase obrera jurídica.

Otra práctica necesaria para que la huelga parezca una huelga es que sus señorías se afanen en poner silicona en las cerraduras de las audiencias y juzgados diversos. Así el patrón, o sea, el Estado, no podrá sacar las plusvalías al proletariado judicial, ni los esquiroles podrán trabajar. Los huelguistas también podrían poner silicona en sus propios despachos y así mañana pueden ir a trabajar pero, ante la imposibilidad de abrir sus talleres de jurisprudencia y acceder a sus bancos de trabajo, podrían cobrar sin pegar golpe y perjudicar aun más la maltrecha economía del Estado opresor.

Incluso, los huelguistas podrían hoy dejar de trabajar pero cobrando. Se trata de llegar tarde al trabajo, no dar un palo al agua e irse repetidamente al bar de la esquina, primero a un café, después a una cervecita y más tarde al aperitivo. Nada nuevo, que no se conozca de otras veces. Total, que los jueces ya pueden entrar en el Sepla y sindicarse. La sindicación ordinaria la prohíbe la Constitución, pero seguro que encuentran una eximente para el Sepla, el sindicato de pilotos, tan cercano.

Como no hay mal que por bien no venga, esta huelga ha sido una llamada de atención oportuna: hay que dotar de más medios a la Justicia, unificar las bases de datos y exigir más a los funcionarios. Pero también hay que, cambiar urgentemente el sistema de selección de jueces.

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