RATIFICADO una vez más Pepe Mel como entrenador del Betis, veo poco serio que esa confirmación se produzca partido a partido y creo que, visto lo visto, esa confirmación debe ser para siempre. Bosch, Guillén, el que sea, debería decir con rotundidad que Mel va a ser el entrenador del Betis hasta el final para que se acaben las especulaciones y, sobre todo, para que la plantilla sepa que él será el jefe hasta la última jornada y hasta las últimas consecuencias. Andar reafirmándolo no más consumarse la última decepción es poco serio y génesis de incertidumbre y de mal ambiente en el día a día del vestuario.

Incido en esto tras haber visto el comportamiento del equipo en Pamplona y no sólo en el segundo tiempo. Ya en el primero pudo comprobarse una vez más que este Betis no está hecho para atrincherarse y buscar el triunfo mediante la cicatería de jugar con diez por detrás de la pelota. Quizá el fallo fuese tirar esa primera parte para demostrar lo que ya saben hasta los niños de pecho y bien que iba a pagarse después. Volviendo a los orígenes en el descanso mediante los futbolistas que saben de qué va esto, el Betis recuperó aquella imagen que enamoró al país y que, por cierto, estaba desaparecida desde que empezó su otoño la noche con el Zaragoza.

Porque es que como el Betis jugó la segunda parte de Pamplona no lo hacía desde aquella vez. Por supuesto que en este ominoso balance de uno de treinta faltan muchos puntos que debieron ser del Betis, pero no es menos cierto que en este tiempo de mohína el Betis sólo se pareció al Betis del buen fútbol antier noche con Osasuna. Jugando así, el Betis no va a tener problema alguno para cumplir con su ineludible objetivo de conservar la categoría. El infortunio de perder dos partidos seguidos sin nueva oportunidad de sacar de centro no puede eternizarse. Ahora bien, si se puede reforzar la defensa con gente de Primera, refuércese hoy mejor que mañana.