INDISCUTIBLEMENTE queda claro que como el fútbol no acabe con la actual Liga Profesional, esta malhadada LFP acabará con el fútbol. Al menos con el fútbol en el que hemos crecido y que tanto amamos. No pueden seguir las cosas de esta manera, con tantos desajustes en lo económico y también en lo social, por lo que se impone una limpia que acabe con ese trío nefasto que componen Astiazarán, Tebas y Del Campo, ese secretario general tan bien pagado y que tan poco habla de fútbol. El primero puso a la Real Sociedad al borde de una ruina irreversible, el segundo es un conspirador nato y el tercero, un burócrata que sólo habla de dinero.

Debe intervenir por vía de urgencia alguien que tenga competencias para arbitrar una situación irrespirable. El Gobierno, el Consejo Superior de Deportes o la Federación Española han de tomar cartas en el asunto, coger al toro por los cuernos y mandar a hacer puñetas a este trío de marionetas manejadas por el más nefasto de todos, ese tal Jaume Roures que se dio a conocer como representante de Cruyff y al que el holandés dejó de dirigirle la palabra por razones obvias. Lo último ha sido la comunicación enviada a las radios en la que se les permite la entrada a los estadios, pero no informar; o sea, que entren para que vean el fútbol de gratis total, sólo eso.

Y resulta doloroso que ese fútbol que nos enganchó casi desde la cuna esté degenerando de tal forma que no lo va a conocer ni la madre que lo trajo al mundo. Si no fuera por la situación en que quedarían los suplentes, podría abogarse por que todos los entrenadores hiciesen lo que ya hizo Manolo Preciado el pasado año en el Camp Nou, alinear a los suplentes. Sería un golpe de efecto para la catarsis que este fútbol necesita, pero, claro, tampoco es justo que el suplente, en su desamparo habitual, vaya de víctima propiciatoria al cadalso. Sea como sea, esto no puede continuar así por muy contento que estén Sergio Ramos y demás por la Liga que sólo ellos disfrutan.