El grueso de la cultura española es católica o está impregnada por el catolicismo. Esto es un hecho, no una opinión. Y lo es desde antes que España existiera, ya nos remontemos a la Laus Hispanie de Isidoro de Sevilla -"de cuantas tierras se extienden desde el Occidente hasta la India, tú eres la más hermosa, oh sagrada y feliz España"-, o a la unión de Castilla y Aragón en 1469. Bueno es recordarlo en estos tiempos de patadas catalanas a la verdad histórica y la Constitución.

La desafortunada y famosa frase de mi muy apreciado Azaña -"España ha dejado de ser católica"- fue uno de esos errores que se cometen en aras de la rotundidad y brillantez de un eslogan -fue el titular a toda página de El Sol al día siguiente- aunque sea al precio de simplificar e incluso de contradecir el propio discurso al que la frase pertenece. Azaña quiso decir que el Estado español había dejado de ser confesional, estupenda noticia, pero le pudo la oratoria. Es tan absurdo decir que España es católica como que ha dejado de serlo, porque ni las naciones ni los Estados tienen creencias. Pero quienes hacen su cultura sí las tienen y las expresan, marcándola. El propio Azaña lo dijo, por volver a su discurso del 13 de octubre de 1931: "El genio español se derramó por los ámbitos morales del catolicismo, como su genio político se derramó por el mundo en las empresas que todos conocemos". Así es desde el pre-español San Isidoro hasta el españolísimo Unamuno o Jiménez Lozano, por partir del siglo VI para acabar en el XX y el XXI. No es necesario añadir los nombres de quienes pintando, esculpiendo, construyendo, componiendo o escribiendo marcaron la cultura española con sus creencias personales. Recordémoslo hoy, día de la genial y sencilla, honda y clara, seria y divertida, práctica y mística Santa Teresa de Jesús.

Comentario perplejo: en su excelente artículo de ayer en El País Muñoz Molina critica a los extranjeros tan enamorados del pintoresquismo de nuestro atraso "que se ofenden si les explicamos todo lo que hemos cambiado en los últimos 40 años: que no vamos a misa, que las mujeres tienen una presencia activa en todos los ámbitos sociales, que el matrimonio homosexual fue aceptado con una rapidez y una naturalidad asombrosas, que hemos integrado, sin erupciones xenófobas y en muy pocos años, a varios millones de emigrantes". Lo comparto y celebro todo como conquistas de la libertad. Y voy a misa.