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la esquina

José Aguilar

Lectura nacional del 21-O

RAJOY sigue dándole vueltas al rescate financiero de España, pero de momento es él mismo el que ha sido rescatado por Núñez Feijóo. A Rubalcaba nadie le ha socorrido en estas elecciones. Ni en Galicia ni en el País Vasco. Al contrario: crecerán los que plantean rescatar al PSOE de su mando.

Las elecciones gallegas se erigieron en el laboratorio perfecto para calibrar el desgaste de un Gobierno que ha incumplido su programa electoral y ha acometido el plan de recortes más duro de la democracia. En 2009 un Rajoy derrotado por segunda vez por Zapatero y que atravesaba sus horas más bajas dentro del PP logró un respiro para su liderazgo gracias a la mayoría absoluta de Feijóo por la mínima (un escaño). Ayer, gobernando a lomos de una impopularidad insólita por lo extendida y convertido en diana de un malestar social muy extendido, Rajoy recibió de Feijóo oxígeno en altas dosis. No 38, sino 41 diputados.

El triunfo del barón más poderoso del PP nacional tiene que ver con su propia gestión de la comunidad gallega (menos paro que la media nacional, menos deuda, más control del déficit), pero también con la asunción colectiva del mensaje que el Gobierno Rajoy trata de transmitir a los españoles: los recortes son imprescindibles para salir de la crisis, son tan drásticos por culpa de la herencia recibida y son garantía de una futura prosperidad. En esta misma medida los resultados constituyen un fracaso estrepitoso del PSOE: la gente no lo ve como una alternativa creíble, lo sigue culpando de la crisis y no considera que haya cambiado como para perdonarle su pasado.

Haber pasado de 25 a 18 escaños en el Parlamento gallego es casi un récord negativo para los socialistas. También lo es pasar de 24 a 16 en el Parlamento vasco, sobre todo habiendo partido en la carrera desde el Palacio de Ajuria Enea, donde Patxi López -el barón socialista más identificado con Rubalcaba- ha sido apenas un paréntesis en una comunidad netamente nacionalista. Más que nunca: 48 de los 75 escaños de Vitoria están en manos del PNV y Bildu. Casi dos de cada tres. Aunque Urkullu gobernará en solitario, la marcha hacia el soberanismo está asegurada. La Constitución española ha sido derrotada, y ese sí es un problema también para el PP, no sólo para el PSOE. Pero en los dos sitios los socialistas han resultado más castigados que los populares.

Rescatado Rajoy en Galicia, trasquilado en Euskadi de igual manera que todos los constitucionalistas, el seísmo amenaza con instalarse en el Partido Socialista y ubicar su epicentro en el sillón de Alfredo Pérez Rubalcaba. El PSOE andaluz, que anda en ello, ya exigía anoche un giro. Veremos de cuántos grados.

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