Cambio de sentido

Letraherida

Leer es bueno, claro, pero hay lecturas que avivan el seso y despiertan más que otras

Da gloria escucharte, Eduardo Mendoza. Nada más recoger el Premio Cervantes, el escritor soltó ante la prensa: "Se está perdiendo la literatura a favor de la lectura, que es una cosa que sólo beneficia a la industria editorial. La literatura es otra cosa". Hay ideas -sutiles e interesada- que sueldan rápido y pasan por verdad intocable e inocua hasta que alguien preclaro, a contracorriente, las cuestiona. Ahí le has dado, Mendoza. Leer es bueno, claro, pero -sin ánimo de hacer donosos escrutinios- hay lecturas que avivan el seso y despiertan más que otras. Leer es bueno, claro, pero también lo es mirar por la ventanilla del tren, tener una animada conversación o escuchar de viva voz las historias familiares que mi padre relata con gracia prodigiosa. Los sacrosantos libros, que tanto visten -no piso la calle sin uno apalancado en el sobaco- tantas veces no son hoy más que fast-book. De "la letra con sangre entra" hemos pasado al aluvión de letras -letrinas- de váter, condescendientes, que tan sólo entretengan. Resultado: Mercado-Literatura, 1. Vamos perdiendo.

Y dijo más, y aún más urgente, el flamante Premio Cervantes: "La Literatura debe volver a ser una asignatura. Las Humanidades son parte de nuestro desarrollo cerebral y nuestra forma de entender y estar en el mundo". Letraherida, me gusta esta palabra: "Que siente una pasión extremada por la literatura". Habría que sumarle una segunda acepción. Letraherida: "Dícese del estado actual, malherido, de la literatura". Leo en la prensa que la Literatura Universal ya no sumará nota para Selectividad, con lo que tenderá a desaparecer de segundo de bachillerato. Qué lumbreras, los gobiernos que, reforma a reforma, barrenan las Humanidades; vaya a ser que la niña nos salga, la muy fresca, epicúrea o latinista o poeta (acabáramos), y venga a molestarnos con preguntas insidiosas del porqué ni pa qué, cuando lo que tiene que hacer es adscribirse a la barbarie del especialismo y dejarse de marías. Después nos haremos cruces al ver ascender el populismo y la jindama y coronar a los más estrechos de parietales. A los artífices de tales ablaciones educativas y culturales les recordaría lo que un catedrático respondió al ministro José Solís ante la pregunta de para qué servía la enseñanza del latín: "Por de pronto, señor ministro, para que a su Señoría, que ha nacido en Cabra, le llamen egabrense y no otra cosa". En estos días de libros les deseo la mejor literatura. Y mucha letra menúa.

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