La crónica económica

Joaquín / Aurioles

La 'Ley de la ventaja'

NADIE cuestiona la Ley de la ventaja en el fútbol y la razón es que parte de un presupuesto básico de justicia aceptado por todo el mundo: impedir que el infractor se beneficie del delito. No hay lugar para la compasión en los campos de fútbol y la situación llega al extremo de que su aplicación es tanto más exigente cuanto mayor es la debilidad en que queda el infractor. Pues a pesar de todo, podemos ver estos días cómo los futbolistas que participan en la Eurocopa se arriesgan a emplear métodos violentos para frenar el contraataque del equipo contrario, a sabiendas de que pueden ser sancionados o expulsados. Como es lógico, todo se explica porque la sanción prevista en el reglamento, por ejemplo la expulsión, queda sobradamente compensada por la magnitud del coste que se pretende evitar, por ejemplo, la eliminación del equipo. Además, siempre queda la posibilidad de que el árbitro se equivoque, mire hacia otro lado o que se limite a sacar tarjeta amarilla, lo que termina convirtiéndose en un incentivo al comportamiento delictivo basado en la debilidad (o arbitrariedad) de las instituciones, que es la antesala de la corrupción.

Seguramente la reiteración de los delitos urbanísticos durante los últimos años, a pesar de la grotesca evidencia con que se ha podido percibir, se justifica por la descompensación entre el sistema de sanciones y las extraordinarias rentabilidades conseguidas y, probablemente también, por la confianza en sacar ventajas de la debilidad de las instituciones responsables de gobernar el sistema. Aprovechar las situaciones ventajosas en beneficio propio constituye, sin embargo, una de las leyes básicas de la economía de mercado, que incluso valora positivamente la capacidad para crearlas. La historia se remonta a los clásicos, cuando economistas como Adam Smith y David Ricardo fijaron los conceptos de ventaja absoluta y relativa. La primera lleva a sostener que nadie debería empeñarse en producir lo que puede conseguir más barato si lo compra a otro productor más eficiente. La ventaja relativa sirvió para justificar el comercio internacional y que en los países con economías más eficientes el nivel de salarios y el de las rentas en general fuese mayor que en el resto. Más recientemente aparece el concepto de ventaja competitiva, que los seguidores de M. Porter asocian a la capacidad de las empresas para conseguir posiciones ventajosas de mercado en base a circunstancias tales como la diferenciación, la creación de valor o la calidad de sus productos.

En cualquier caso, si la economía se rigiera por las reglas del fútbol casi no habría otros límites a la competencia que el de la violencia, pero por suerte existen normas que defienden la competencia y leyes que establecen, por ejemplo, que "se considera desleal prevalerse en el mercado de una ventaja competitiva adquirida mediante la infracción de las leyes" (art. 15, Ley 3/1991, de 10 de enero). Suena a regla de juego, es decir, a pretensión de regular las ventajas que legítimamente se pueden aprovechar, pero que a la vista del espectáculo del urbanismo no parecen tan eficaces como la futbolística Ley de la ventaja.

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