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La ciudad y los días

Carlos Colón

Ligero de equipaje

DE la chulería de las declaraciones en las que se jactaba de su pericia con la escopeta y los perros o de la ordinariez de los parlamentarios socialistas gritándole "¡torero, torero!" cuando compareció en el Congreso para decir que no se iba porque su proyecto le exigía continuar en el cargo, el ministro de Justicia ha pasado a presentar su dimisión. "No puedo tolerar la utilización de los acontecimientos que todo el mundo conoce contra los ideales del PSOE", ha dicho. Olvidando que algunos de los más contundentes argumentos contra los ideales del PSOE -o por lo menos contra lo que fueron sus ideales antes de la era de la beautiful people y la posterior era fashion-ZP- los han proporcionado, no sólo su ineficacia, sino sobre todo sus actitudes. Al igual que sucede con no pocos de sus correligionarios ministeriales, autonómicos y municipales.

Con su característico mal estilo y regular educación no ha tenido empacho, precisamente al día siguiente del 70 aniversario de la muerte de don Antonio Machado, en decir: "Siempre ando ligero de equipaje, pero me voy con un bagaje envidiable". Mire usted, señor mío, nadie diría, viendo las fotos de la montería y quienes le acompañaban, que anda usted ligero de equipaje en el sentido en el que Machado lo dijo. Nadie diría que tiene usted, y el Gobierno al que pertenecía, algo que ver personal, educativa, cultural, ética o estéticamente con quien fue don Antonio Machado, su estilo de vida y los valores que defendía. Más por el lado de las monterías, la alta costura y los lujos horteras parecen ir las cosas entre muchos dirigentes del PSOE actual que por el de los torpes aliños indumentarios y el de "a mi trabajo acudo, con mi dinero pago el traje que me cubre y la mansión que habito, el pan que me alimenta y el lecho en donde yago". Muy al contrario: andan, no en poesía sino en estilo de vida, por el lado de "los afeites de la actual cosmética" que tan poco gustaban al sobrio poeta sevillano.

Tan mal deben estar las cosas que cuando el ministro de Economía se enteró de la dimisión se limitó a decir que lo que más envidia de Bermejo es que sea un ex ministro. Vaya por Dios. Preocupa oírlo en boca de la máxima autoridad económica, en plena crisis y el mismo día en que el presidente del BBVA afirmaba que "es inevitable la intervención de algunas entidades" como "el camino más rápido y eficaz" para minimizar la crisis. Malos tiempos corren. Salvo, tal vez, para Magdalena Álvarez. La ministra habrá respirado tras la dimisión de Bermejo: puede que la acaben crucificando, pero de momento basta con la cabeza del Bautista.

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