Crónicas levantiscas

Juan Manuel Marqués Perales

Lío en casa Roper

TAL vez si fuese inglés no me atrevería a sostener que el crimen político sólo podía venir de los partidarios del Brexit, pero es así, en el Reino Unido se enfrentan durante estos días dos posturas muy legítimas, pero una de ellas se ha aliado con las tripas. No ya con el corazón, sino con las entrañas. Por encima de los argumentos económicos, lo que está pesando en este referéndum es el miedo a la inmigración ilegal y a la supuesta pérdida de las esencias británicas a cargo de unos burócratas de Bruselas, personajes que han sido tallados durante decenios por la prensa amarilla inglesa y por algunos de sus más conspicuos periodistas, caso del actual alcalde de Londres. Este tipo de pelo amarillo contribuyó a agravar la imagen reglamentista de la UE con bulos sobre normativas para regular el tallaje de los pepinillos en vinagre o de los preservativos, todo muy de los Roper, y es que el Brexit es, en efecto, muy de Mildred y George. Pero los apuros del Reino Unido, y soy de los que opina que finalmente ganará la permanencia, se podían haber evitado si Cameron no hiciera uso del referéndum de modo tan irresponsable. Primero le ocurrió con Escocia, donde el laborista Gordon Brown le sacó de la quema, y ahora es esta consulta tan sólo ideada para ganarle a sus enemigos. Y los enemigos siempre están en el partido; los otros son contrincantes.

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