EN los anales del acontecer diario en Sevilla debe quedar consignado que es posible convocar en pleno mes de julio un coloquio sobre física a una hora de calor sofocante, que la organización del acto cueste cero euros, y tener como respuesta un llenazo, con doscientas personas abarrotando el lugar para intentar comprender a qué nos lleva la confirmación del bosón de Higgs como partícula reveladora del origen y comportamiento de la materia. Quienes tienen pavor a organizar actos y actividades en julio porque piensan que es una época en la que sólo es posible el absentismo o la desbandada, se hubieran llevado una rotunda sorpresa el pasado miércoles en la Casa de la Ciencia, a las ocho de la tarde, con los termómetros marcando 38 grados. Hubo que habilitar 30 taburetes en los pasillos para dar cabida a más gente, aun así los hubo que siguiendo la sesión desde las puertas porque ya no era factible más apreturas para atender los análisis y comentarios de Joaquín Gómez Camacho, director del Centro Nacional de Aceleradores, ubicado en la Cartuja.

Público heterogéneo en edad y formación (universitarios, adolescentes, jubilados, científicos, madres...) estaba ávido de teletransportarse al gigantesco laboratorio de la Organización Europea para la Investigación Nuclear, donde se ha experimentado el vertiginoso conocimiento sobre nuestro mundo que aporta una partícula cuya masa es 134 veces la del protón y cuya vida media es de una fracción de trillonésima de segundo.

Auditorios y salas de conferencias hay de sobra para concitar en la segunda quincena de julio el interés ciudadano por los temas políticos, económicos y sociales de enorme importancia cotidiana, y cariz histórico, que mandan en la actualidad y en las conversaciones. Es la tarea que se le presupone a una sociedad civil sin miedo a la energía que se genera en la colisión de las ideas y de las palabras. Mejor condensar esa energía que estar a expensas de la que se puede desencadenar con el cabreo del personal tieso y a pleno sol.