SUBIÓ el pan como cada vez que sale de la madriguera. Entre guardaespaldas y cómplices cada vez con los papeles más perdidos, Lopera apareció para declarar urbi et orbi lo mismo de siempre, pero esta vez con una frase definitiva y que está pidiendo mármol y cincel para perpetuarse. Ha dicho algo que demostró una vez más que su capacidad para sorprender no tiene límites. Declaró este prócer de guardarropía que él no ve que los sevillistas le pidan a sus accionistas mayoritarios que les regalen el club. Me imagino que después de soltar tal boutade pediría un zumo de naranja recién hecho y con espumita, su bebida favorita.

Señor, qué cruz de hombre, qué dislates los que salen por esa boca. Cómo van a pedirle los sevillistas a sus dirigentes que se vayan si el Sevilla está donde está, tercero en la Liga, clasificado de pleno derecho una vez más en la Champions y en un proceso de expansión al que no se le ve el techo. Cómo van a decirle a Del Nido que se vaya, pero sí se lo dijeron a Escobar, a Caldas y a Carrión con pleno éxito. Tampoco los béticos le decían a Lopera que se fuese cuando el Betis estaba en Europa y el Sevilla en Ipurúa, pero las cosas, señor suyo, han girado ciento ochenta grados y ahora es usted el que debería coger la puerta antes de que las cosas sean aún peores.

Cada vez que atraviesa esa especie de Línea Maginot que ha levantado en su Fontanal del alma suelta perlas como esta última. Qué osadía entrar en comparaciones con el eterno, con ese rival que hasta ha estado a punto de hacerse con uno de los símbolos más innegociables del todavía Real Betis Balompié, el color verde. Además, Del Nido dijo hace poco que la competencia con el Betis había pasado a mejor vida. De esta manera, Lopera de Dios, cómo puede cometer la torpeza de compararse con los que llevan al Sevilla. Otra perla es criticar a los que manejaban un Centenario que (sic) no dejó dinero en las arcas del club, pero ya habrá tiempo de entrar en esta cuestión.