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PASA LA VIDA

Juan Luis Pavón

Madonna, el 'Titanic' y los 'vendedores de motos'

EN Sevilla no sólo hay que protegerse de los pícaros autóctonos que te venden humo y el negocio del siglo a mayor gloria de su dureza facial. Como en cualquier ciudad, también es inevitable relacionarse con la cuota de mánagers, representantes y productoras que llegan de fuera porque lanzan sus anzuelos aquí, allá y acullá en busca de que las fuerzas vivas de una ciudad piquen por su ansia de sentirse modernos e internacionales. Así es como le aconsejo que interpreten dos sucedidos de esta semana, sendos ofrecimientos al Ayuntamiento: contratar a Madonna para un concierto en el Estadio de la Cartuja, y construir un hotel que sea recreación del Titanic. Dos motos de las que no pilotan Pedrosa y Lorenzo.

La productora Music Frog filtró que los gestores del Estadio tenían en sus manos la opción de acoger un concierto de Madonna. La noticia genera el efecto multiplicador de reactivar la ansiedad, en ciudades como Sevilla, de ver de cerca a estrellas de la máxima popularidad. Hasta que se descubre la letra pequeña del asunto: la productora ofrece a la reina del pop pero no arriesga lo más mínimo; al contrario, pone la mano y le pide al Ayuntamiento que se convierta en empresario, pague cuatro millones de euros y se apañe con recuperar parte del dinero por taquilla. Por suerte, aún hay gente sensata en la Plaza Nueva y no han picado. Sería un escándalo, con las necesidades sociales que ha de atender el Ayuntamiento y sus apuros financieros. Más aún cuando Madonna ya cuelga gratis en internet sus canciones. Van aprendiendo, escarmentados tras el bluff de aquel festival de ópera y sinfónica que les vendió el pícaro llamado Michael Ecker para buscar turistas de lujo.

Respecto al Titanic, el fracaso más importante de la navegación, el mito del que se ha hecho más negocio necrófago, se ha generado en Sevilla una polémica de tres al cuarto. El lugar idóneo para montar una exposición de complejidad técnica y tirón popular es el moderno Pabellón de la Navegación, la sirena varada de la Expo. Cuando en la Consejería de Cultura hicieron manitas con la Fundación Atarazanas porque era tiempo de elecciones (es decir, de vender motos), le dijeron que sí al Titanic en los astilleros medievales para congraciarse con una asociación de nuevo cuño y con capacidad para hacerse notar. Ahora se pierde el tiempo y la credibilidad cuando le dicen que no y admiten que el emplazamiento técnicamente adecuado es en la Cartuja.

Pero lo mejor del caso llega cuando la productora Titanic Centenary 2012 lanza la especie de que se quiere incluir a Sevilla entre las ciudades candidatas a tener el Hotel Titanic. Uff, sálvese quien pueda, las mujeres y los niños primero, que vienen a por nuestro dinero. Que si quieres caldo, toma tres acuarios en el puerto…

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