Hoja de ruta

Ignacio Martínez

Mala conciencia

AMINATU Haidar debería suspender su huelga de hambre. Ya ha conseguido su objetivo, que era llamar la atención internacional sobre el problema del pueblo saharaui, despojado de su tierra y su soberanía por la fuerza. Lo ha conseguido con creces: la prensa de todo el mundo la compara con los presos del IRA que a principios de los 80 desafiaron a Margaret Thatcher, y reclamaron un estatuto de presos políticos. La primera ministra británica contestó que el crimen es el crimen y nada tiene que ver con la política. Murieron diez personas. El primero, Bobby Sands, un muchacho de 25 años, después de 65 días sin comer. Pero ni la señora Haidar es una criminal, ni está en la cárcel, ni España puede hacer más de lo que ha hecho en esta coyuntura. No puede.

Si esta activista saharaui quería recordar que España hizo dejación de sus responsabilidades en el Sahara Occidental, hay que decirle que ha cumplido su misión. Ha alentado la mala conciencia nacional. Tiene razón: Marruecos, aprovechando la agonía del dictador, se anexionó el Sahara hace 34 años violando la legalidad internacional. El régimen moribundo se tragó el sapo y la democracia española no ha sabido o no ha querido resolver este asunto en más de tres décadas. En este tiempo, ha habido de todo en las relaciones con Marruecos, tensiones y lunas de miel, pero el Sahara ha sido una cuestión molesta para gobiernos de todo signo. Estamos ante un complicado escenario que no se va a resolver con la muerte de esta mujer de 43 años, que ha pasado cuatro en las cárceles marroquíes y lleva 23 días en huelga de hambre. El médico que la atiende advierte que tiene dolores, hipotensión y hemorragias gástricas. Y que su tiempo se acaba.

Haidar es la activista saharaui que más galardones internacionales ha cosechado. Llegó a Lanzarote el 14 de noviembre, expulsada por Marruecos. La Policía le retiró el pasaporte marroquí con el que viajaba, porque en la hoja de entrada puso como nacionalidad Sahara Occidental. España le ha ofrecido un pasaporte español para que pueda regresar a el Aaiún, pero Haidar lo ha rechazado. Sinceramente, no comprendo la razón, salvo forzar las cosas. Para ella el pasaporte marroquí debería ser menos adecuado que el español. Marruecos es el ocupante de su país y utilizar como documento de viaje un pasaporte marroquí sería como aceptar esa nacionalidad. Mientras que España es la antigua potencia colonial, y su pasaporte es menos comprometedor.

Acusar a España de cómplice de Marruecos, funciona. Es una realidad histórica, aunque fuese consentida por un régimen dictatorial desaparecido. Pero en esta coyuntura la disposición del Gobierno ha sido generosa, incluido el frustrado traslado en avión del viernes por la noche. Ahora habría que preservar la preciosa vida de esta mujer.

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