PASA LA VIDA

Maná, lo que se dice maná...

GRACIAS a la influencia que ejercía en la política municipal cuando era concejal y delegado de Juventud y Deportes, amén de señalado representante de la nueva hornada del Partido Comunista como fuerza dominante en Izquierda Unida, Francisco Manuel Silva logró una plaza de profesor en la Universidad Pablo de Olavide. Departamento de Derecho Público, desde el que imparte las asignaturas Derecho del Estado e Introducción a la Ciencia Política. Ávida está la juventud sevillana de las enseñanzas que prepara para el próximo curso. Sobre todo cómo vinculará a la doctrina explicada en sus clases la sentencia de un juzgado de Madrid que condena al Ayuntamiento de Sevilla a indemnizar con 265.000 euros al grupo mexicano de pop Maná por impagos derivados de su actuación en el Estadio de la Cartuja en 2007, decidida y contratada bajo la responsabilidad política de Silva. Así está el nivel de los ayuntamientos. Y el de las universidades. Si Olavide levantara la cabeza, se cortaría las venas viendo el atraso que persiste aún en la forma de gestionar una ciudad que intentó modernizar de veras en el siglo XVIII, insuflándole aires de reformismo ilustrado, y de la que fue asistente corregidor y autor de un plan de estudios para la Universidad Hispalense.

Mientras se debate por qué le toca al estupendo Festival de Perfopoesía pagar los platos rotos del recorte que ha de aplicar el PP en la asignación de subvenciones, hay que cumplir una sentencia para zanjar el contencioso antes de que la productora de Maná le siga poniendo pleitos por impago al Ayuntamiento de Sevilla. Y aplicar el dicho de no hay mal que por bien no venga para suscitar un debate sereno entre todos los partidos sobre cuáles deben ser las prioridades en las que invertir el dinero del contribuyente. Por ejemplo, las relacionadas con políticas de juventud, deporte, cultura y educación. Gobierne quien gobierne, debe ponerse el cartel de Nunca más a la contratación pública de esos espectáculos. 32 años de experiencias en ayuntamientos democráticos deberían haber vacunado de esa garrafal tendencia a ofrecer pan y circo a las masas.

Contribuir a un incremento sustancial del porcentaje de jóvenes del Polígono Sur, de Amate-Los Pajaritos, del Polígono Norte, etc., que realice y concluya estudios superiores, es la ciencia política que debería haber impartido Francisco Manuel Silva desde su praxis política. Ese es el maná más justo y necesario, convertir los barrios de Sevilla en fábricas de talento. Llenarle los bolsillos a Maná representa la nefasta cultura del buen rollo subsidiado. ¿Desde cuándo es progre comportarse como las cigarras y dejar tiesas a las hormigas?

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