TIEMPO El tiempo en Sevilla pega un giro radical y vuelve a traer lluvias

hierba y cal

Juan Antonio Solís

Marcelino, Bosch y los códigos

PRONTO se va a despertar a esa hidra que es la rivalidad insana. Lo preocupante fue que el mal rollo lo ha provocado un monosílabo sin el menor ánimo doloso: "No". Un oyente de El Pelotazo, de Canal Sur Radio, preguntó al asturiano desde las redes sociales si veía al Betis con nivel para competir con el Sevilla. Y Marcelino, desconocedor de los códigos del fútbol según Sevilla, pecó de imprudente en lugar de decir "no soy futurólogo", por ejemplo.

Ya sabe Marcelino cómo se las gastan por estos pagos. Ya sabe que hasta la gente ajena al fútbol que se ve enfrascada en él, como es el caso de Bosch, se mete en el fregado de forma destemplada para ganar puntos de popularidad, que falta le hace, ante la parte más visceral de la afición verdiblanca.

De nada ha valido que el técnico expresara su máximo respeto por el Betis. Ayer, a los compañeros de Radio Marca, brindó la frase que debe zanjar el asunto: "Los objetivos son diferentes, no sería justo exigir al Betis los mismos objetivos que al Sevilla". Ahí está la raíz de la situación. Hasta Mel lo reconoció hace unos días: "El Sevilla se puede permitir traer a jugadores como Manu del Moral o como Coke y nosotros por ahora no podemos".

¿Quiere Bosch, o el aficionado bético molesto con Marcelino, que al Betis se le pida entrar en la Champions o, como mal menor, agarrarse a la Liga Europa? ¿Entenderían que se cuestionara a su entrenador tras acabar tercero en la Liga y semifinalista de Copa, como le pasó a Jiménez? No está el Betis de hoy para aceptar esa presión. Está para aglutinar toda la energía que genera esa gran marca y esa gran afición, que es enorme, y devolver a la entidad, sin peleas internas, a ese estrato competitivo que le pertenece por calado e historia, luchando junto al Sevilla.

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