Punto de vista

josé Ramón / del Río

Mario Conde

NO me resulta agradable escribir del personaje del día. Y no lo es porque se trata de un compañero, abogado del Estado, que parece querer completar la diversidad de personajes que existen en ese cuerpo de la Administración, donde ha habido desde cardenales de la Santa Madre Iglesia, pasando por académicos de la Lengua, hasta convictos. Por supuesto, también muchos altos cargos, aunque en este escenario sólo se ha llegado a la Vicepresidencia del Gobierno, con Alfonso Osorio y la actual Soraya.

A Mario Conde lo han detenido acusado de repatriar a España más de 13 millones de euros, que proceden del saqueo de Banesto y por lo que ya fue condenado a 20 años de prisión, de los que cumplió 11. La vuelta del dinero la ha hecho durante los últimos 17 años, en cantidades no significativas, hasta que la parcial desaparición del secreto bancario en Suiza ha permitido al organismo correspondiente obtener las pruebas para que la Fiscalía presentase la correspondiente querella. Lo peor es que ha implicado a sus hijos a su yerno y a otras 4 personas. De abogado del Estado nº 1 de su promoción pasó a asesor de Abelló y, con la venta de la empresa farmacéutica propiedad de éste, obtuvo 58.000 millones de pesetas, que le permitieron fuertes inversiones en acciones de Banesto, hasta llegar a conseguir la presidencia. He contado en estas mismas páginas que estuve en su casa del Viso, acompañando a un íntimo amigo suyo, también abogado del Estado, la noche en que, eufórico, nos comunicó que había sido nombrado por el consejo, vicepresidente, paso previo a la presidencia y también he contado que para la celebración no tenía más que un vino blanco, ni fresco ni frío. Ahora sé que eso fue un mal presagio. Mario Conde hizo fuertes inversiones en medios de comunicación, como paso previo a dedicarse a la política. Así en el año 2000 fue candidato a la Presidencia del Gobierno, por el CDS, y en 2002, al Parlamento de Galicia. De esta experiencia salió su libro El Sistema, algo así como La Casta, de Podemos. Sus pobres resultados en la política los solventó con sentido del humor, porque se justificaba que quién iba a votar a un banquero. El sentido del humor no lo ha perdido, porque ahora, cuando le dijeron que le esperaba la Guardia Civil, comentó que esas fuerzas siempre tienen la lección bien aprendida.

De vuelta a la cárcel, en la que ingresará por cuarta vez, no sé si seguirá pensado, que, como escribió en las Memorias de un preso, la libertad no es un asunto físico; la verdadera libertad es la del espíritu.

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