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DOÑANA cumple cincuenta años como Reserva Biológica y centro de excelencia para la investigación de la ecología y la biodiversidad, gracias a que sólo un año después, en 1965, se crea la Estación Biológica de Doñana, dependiente del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Al hacer balance de este medio siglo de preservación de la naturaleza, de ciencia viva, hemos de resaltar el brillante resultado de conservación obtenido en estos años, tanto como lugar de refugio para especies en grave peligro de extinción -como el lince ibérico o el águila imperial- y humedal privilegiado para que las aves migratorias pasen el invierno, los objetivos originales, como centro de excelencia para la investigación. Hoy, una legión de científicos trabaja en cinco líneas de investigación que giran en torno a su mayor valor -la biodiversidad- y con las que pretenden explicar aspectos como el modelo de relación entre las plantas y la fauna del Parque Nacional o los procesos evolutivos por los que la vida se diversificó en la multitud de características que se observan en los organismos actuales, como destacaba el completo informe que publicamos el pasado sábado. La visita de dos días que la reina Sofía ha realizado a Doñana ha servido como fiel testimonio de la importancia que la sociedad española debe dar a esta joya de la naturaleza que hemos sabido preservar durante cinco decenios. Doñana es un logro consolidado, pero su presente convive con una época de escasa dotación pública para la investigación en general. Y, pese a lo conseguido, los retos de futuro de la Reserva no son pocos. Aunque el Parque haya crecido hacia su entorno, persiste un problema endémico: la escasez de recursos hídricos. El futuro de Doñana pasa por el agua, que escasea, porque la demanda en su entorno para la agricultura o el turismo estacional es mayor que la recarga hídrica que ofrecen las precipitaciones y el Parque logra acumular. La distribución de los recursos se hace imprescindible, con el objetivo de mantener y preservar su humedal, base de la biodiversidad del enclave. También se necesitan esfuerzos para que Doñana se mantenga en la excelencia de la investigación. Hay que seguir apostando por la cooperación internacional y por el estudio del cambio climático y sus efectos en el Parque y, singularmente, en el humedal, campo privilegiado para el estudio de aves acuáticas, anfibios, reptiles e invertebrados acuáticos. Estos 50 años de preservación en Doñana merecen el reconocimiento social, sin caer en el error de que todo está hecho, para seguir actuando para atajar las amenazas e incrementar la valía de un espacio protegido que es símbolo y orgullo de Andalucía.

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