PARA una idea de las abismales diferencias, tan profundas como el Atlántico, que sigue habiendo en la producción televisiva nacional y la americana, no hay que ser tan masoca como para revolcarse en el estercolero diario del Sálvame -lo único decente es el nombre del programa, sálvanos señor de semejante inmundicia- y el premiado Jorge Javier. Basta con comparar dos biopics recientes. El de Antena 3 sobre Adolfo Suárez y la transición, que ha recibido críticas desiguales y bastantes palos, y la reciente miniserie o minipelícula realizada por la HBO sobre Winston Churchill, la extraordinaria En la tormenta. La premisa histórica de partida es bastante injusta, hay que reconocerlo. Es como comparar la toma del peñón de Perejil con el desembarco de Normandía: Por mucho que se le añada la voz de fondo de Trillo recitando lo del viento de levante, no deja de ser una ridiculez. Por abundar en esta crueldad innecesaria, es como intentar sacar parecidos a Águila Roja y Roma.

Uno de los principales fallos en que a menudo cae la producción nacional es la consideración de la música. En la mayoría de obras yankees, se trata de un protagonista más, de una lupa que ensalza las interpretaciones. Por estas latitudes, a menudo las composiciones estorban, desconcentran. Y luego está la interpretación. A ningún gran actor se le caen los anillos por salir en televisión. Aquí todavía parece un medio de segunda división, una forma menos digna de ganarse el pan que las tablas de un teatro.

En el retrato de Winston Churchill, como ya hiciera con el magnífico y laureado de John Adams, la HBO apuesta por un actor de primera fila. Si Paul Giamatti lo clavó como uno de los padres fundadores, el irlandés Brendan Gleeson emociona como el león británico. Los famosos discursos radiofónicos de Churchill, su obstinación, los gruñidos... Gleeson, que ganó el Emmy por este papel, se mete en la piel de ese niño grande que se convirtió en uno de los mejores líderes de la historia, en el terco rival que se empeñó en derrotar a Hitler cuando todo parecía perdido, en el visionario que predijo el telón de acero. También aquí tenemos a la gran mujer que lo sostuvo en sus horas bajas, interpretada por Janet McTeer.

En el caso de la televisión y en lo que respecta a la HBO, nunca tantos le debieron tanto a tan pocos. Ojalá cundiera el ejemplo.

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