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DERBI Sánchez Martínez, árbitro del Betis-Sevilla

SE empieza a escribir por la misma razón que se empieza a leer. Porque no entiendes nada. Así se lo explicó Juan José Millás a Lorena Berdún en la charla mantenida durante Balas de plata. Fueron sus palabras finales. Aunque sonaron a verdadera declaración de principios. La duda permanente, la curiosidad infinita como motor que mueve al escritor lector y al lector escritor.

No defraudó la media hora de charla. Apareció muchas veces la expresión el ojo de la cerradura. La dichosa curiosidad. Y la capacidad de asombro con la que el voyeur observa el mundo. En su adolescencia, Juan José Millás dedicó muchas tardes a leer los cien tomos de la enciclopedia Espasa que dormía en las estanterías de su salón de estar. Una de las páginas que se le quedó grabada para siempre fue aquella en la aparecía la estampa -así se llamaban las ilustraciones gráficas- que acompañaban a la entrada mimetizar. Ventajas de la televisión sobre la radio. No sólo pudimos escuchar a Millás explicar lo apasionante que le parecía que un escarabajo se transmutase en rama, un insecto en tallo y una mariposa en hoja. En la tele también pudimos ver la ilustración. Hasta el propio Millás, hacedor de buena radio, reconoció escucharla solamente como actividad complementaria a otra, como el paseo diario o el desplazamiento en el coche, a diferencia de la televisión, que en ocasiones como el último Balas de plata puede merecer la exclusividad de nuestro tiempo sin provocar remordimientos de conciencia a propósito de cuánto lo hemos podido perder.

Cuando Lorena Berdún calificó al personaje de Millás en su novela autobiográfica El mundo como un ser triste, Juanjo, sin negarlo, apostilló: "Pero suele haber un encuentro entre la tristeza y la ironía. Me encuentro muy bien en ese registro". Un arma infalible, sin duda.

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