Palabra en el tiempo

Alejandro V. García

Miopes pero no imbéciles

EMPEZARÉ por una recomendación. He leído en un asalto un librito escrito a cuatro manos por Thomas Cathcart y Daniel Klein (Planeta) que lleva por título Aristóteles y un armadillo van a la capital en el que ambos autores, entre chistes y veras, recogen muchos de los trucos de lógica estrambótica que emplean los políticos de todo el mundo para vender sus invendibles argumentos. Para desenmascarar a los falsarios y sus trampas, los autores aplican al discurso político con enorme sentido del humor los cánones de la oratoria clásica y los modos válidos de los silogismos, ya saben aquello de barbara, celarent, darii, ferio.... Aunque en el volumen las engañifas lógicas aparecen superpuestas a cuestiones de política internacional norteamericana (incluida la guerra de Iraq, con Aznar de por medio), al lector le resultan tremendamente familiares, pues la ha visto aplicadas a otras soluciones más cercanas. Un ejemplo: parece que fue la tabaquera Philips Morris la que distinguió entre la ciencia (la que relaciona el hábito de fumar con la aparición del cáncer) y la ciencia seria (la que redacta los informes de la corporación muchos más digeribles).

Ahora mismo, en España, con la polémica sobre la prohibición de fumar en los lugares públicos cerrados, corre el contra argumento de ciencia seria económica que si el tabaco daña los pulmones la abstención de fumar produce carcinomas financieros a los bares y restaurantes. ¿Qué cáncer prefieren, nos vienen a decir los defensores de este argumento, el pulmonar o el económico? Y claro, dado que los pulmones (al menos los míos) están más sanos que la economía doméstica, nos queda la duda de qué cáncer es el menor malo.

La Generalitat valenciana (también la Comunidad de Madrid y en Murcia), en su afán de no tener nada que ver con el Gobierno socialista, ni para lo bueno ni para lo malo, ha rechazado el plan para repartir ordenadores a los estudiantes de quinto y sexto curso. Como el motivo verdadero (la profunda tirria política que el PP tiene a los socialistas) no debe parecer demasiado científico, la Generalitat ha pedido ayuda a la ciencia seria que, en un periquete, y a través de la Fundación de Oftalmología del Mediterráneo, participada por el gobierno de Francisco Camps, ha determinado que el "ordenador de Zapatero puede provocar miopía" en los niños. Note el lector la locución envenenada "ordenador de Zapatero" para describir un Toshiba portátil. Y por si miopía fuera poco grave (miopes somos o seremos casi todos), los oculistas de Camps han inventado el neologismo miopización que si bien pone los vellos de punta no los crespa tanto como la imbecilidades del propio informe.

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