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Los romanos de la Amargura han activado esta semana el recuerdo de las mejores horas del año

ESTABAN los días entrando con intensidad en la barrila de las elecciones al Consejo, con dimes y diretes, presiones por aquí y por allá, gente que busca la bulla para birlar una cartera y comisiones electorales que van a regular hasta el modelo del nudo de la corbata del 30-J, cuando nos llegó uno de esos comunicados que son aire tras las aglomeración, luz tras las tinieblas de unas jornadas que no parecen intuir el final de la urna abierta y los votos escrutados, y esperanza en que otras noticias son posibles. El comunicado informaba nada menos que de la restauración de los romanos de la Amargura, con unas preciosas fotos de cada uno de los tres soldados.

-¿Y eso es tan importante?

-Pues sí, vista como está la denominada prensa morada, de la que en su día hice una suerte de declaración pública de apostasía.

Contemplar los primeros planos de los rostros esculpidos por el orfebre Cayetano González nos retrotrajo a la mañana del Domingo de Ramos, precioso altar de insignias, heráldicas en las solapas, Niño Jesús de nazarenito albo, listado con las "secciones" de la cofradía, la mirada de Herodes y su servil lacayo, angelotes ceriferarios de plata...

Los romanos de la Amargura que ahora serán restaurados, qué quieren que les diga, son un símbolo de las mejores horas de la Semana Santa. Sí, son figuras secundarias, pero cargadas de simbolismo. Hay romanos en general y luego están los romanos de la Amargura en particular. La contemplación de estos romanos en los días finales de mayo ha sido como coger una chaqueta olvidada, ponérsela y sacar de pronto de un bolsillo el programa de mano del Sábado Santo: la activación de los mejores recuerdos. Estos romanos son dignos de estar expuestos todo el año. Se defienden solos, como la buena melva. Hay quienes dicen que los tres representan al bueno, al feo y al malo. Es decir, que están generando literatura propia. ¿No hay a quien le gustan los animales en los pasos? El caballo, el perro, el gallo... Pues a nosotros nos gustan los romanos de la Amargura, el Pilatos de la Calzá y, cómo no, el negro de San Benito, el esclavo etíope (o eso dicen) que siempre ha sido la vara de medir de la tiesura.

-Tu amigo está más tieso a fin de mes que el negro de San Benito.

Pero desde esta semana, ay, nos han pisado esa vara de medir y nos la han cambiado por otra. La vida es una semana, decía Caro Romero. ¡Y tanto! El negro de San Benito ha sido sustituido por el nuevo baremo representado por el marido de la presidenta de la Junta de Andalucía, imparable. "Estamos a fin de mes y te has quedao Moriche, compadre".

Entre tanto despropósito parlamentario y tanta barrila del 30-J, estos romanos nos han devuelto a las mejores horas. Las horas del gozo, cuando el Domingo de Ramos declina y alguien sugiere entrar en un un bar:

-Yo no, yo vengo cenado de casa, que estoy Moriche.

Y los tres romanos se alejan escoltando el Silencio de Dios.

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