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La ciudad y los días

Carlos Colón

Modernidad centenaria

LA manía de tachar de antiguo, rancio, anquilosado, amojamado, seviyiya" y reaccionario -por ello de enemigo del progreso y la modernidad- a todo aquel que critique lo que el poder decida es una constante sevillana, tanto bajo la dictadura como en democracia. Es lo que les decían los munícipes franquistas a los poquitos que se atrevieron a denunciar la destrucción del casco histórico de Sevilla en los años 60 y 70. Y es lo que hoy les dicen los munícipes socialistas y sus sayones a quienes critican las actuaciones del Ayuntamiento en el eje Alfalfa-Salvador, la Alameda, el eje San Fernando-Plaza Nueva o la Encarnación. También, por supuesto, a quienes se oponen a la construcción de la Torre Pelli (cuestión que a un servidor le parece menos grave que la desnaturalización de la plaza del Pan, la reforma de la Alameda o las setas de la Encarnación).

Como la tontería es contagiosa, el arquitecto que da su nombre a la torre -hombre inteligentísimo de reputación internacional- se ha sumado al coro del poder que le hace el encargo, afirmando que su edificio será "un símbolo muy importante de que Sevilla es una ciudad progresista, de que está en marcha, que pueden pasar cosas y que no tiene que quedarse estancada en lo que ha sido siempre". Esto se lo dijo a la compañera Ana S. Ameneiro y lo publicamos ayer. En la COPE le oí decirle a José Manuel Galdámez que el rascacielos representará la entrada de Sevilla en el siglo XXI.

Vaya por Dios. Dado que los primeros rascacielos se construyeron en Chicago y Nueva York entre 1884 y 1899, y que durante muchos años el más alto del mundo fue el Empire State construido en 1931, sólo dos años antes que King Kong se encaramara a él, resulta que para ser moderna Sevilla necesita un tipo de edificio que cuenta con entre 125 y 78 años. Trasladando esta medida a otro momento de la historia de la ciudad, es como si les hubieran dicho a los sevillanos de 1909 que para ser modernos, y que la ciudad entrara en el siglo XX, los edificios debían construirse según una tipología de 1784. Un poco raro, ¿no? "Para modernizar una ciudad no es necesario construir rascacielos, sino que la mentalidad de las personas que la habitan avance", escribía ayer un lector en los comentarios a la entrevista con Pelli. Estoy de acuerdo.

Y el amigo Immanuel Kant, que está sentado a mi lado poniéndose bien la peluca que estos y otros desvaríos le han dejado de medio lado, también. Ya saben: "La Ilustración es la salida del hombre de su minoría de edad… La minoría de edad estriba en la incapacidad de servirse del propio entendimiento…".

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