EN Eurovisión no se enteraron, o más bien no quisieron enterarse, del canto tardofranquista a la esperanza de Amanece que enviaba la TVE de Adolfo Suárez en el vozarrón de Jaime Morey. Aquel festival, el de Edimburgo, fue el más fácil de comprar (o tal vez fue el más difícil), porque cada país acudía in situ con dos miembros del jurado. A los que debían juzgar las canciones se les encerraba en una casona para que anduvieran aislados y protegidos de influencias del exterior, porque era evidente que se podía dirigir el resultado de aquella gala. Ganó Luxemburgo en un olvidable tema que cantaba una griega, Vicky Leandros. El décimo puesto de Morey podía resultar injusto en su contexto, pero el cantante alicantino, fallecido ayer, llegó a Edimburgo con pose anticuada, de cantante melódico de los 60, que justifica la indiferencia de aquellos jurados encarcelados en la campiña escocesa.

Ese bajón en un tiempo de euforia eurovisiva española (de Massiel a Mocedades, con Salomé, Karina y Julio Iglesias), dejó un borrón a Morey del que nunca terminó de remontar. Bueno, y también porque puso la voz al himno de la más fraguista Alianza Popular, la de 1977: "extendamos las manos, cerremos heridas, ganemos unidos la paaaz...", proclamaba como en un canto evangélico la cantinela de aquellos hombres azules resignados a desatar lo atado y seguir en la pomada. Morey se adelantó en unos años a Norma Duval y cuando regresó a España de sus giras hispanoamericanas, en unos años muy tristes al otro lado del océano, a Morey le reservaban el papel de Felipe el Hermoso en la ¿película? Juana la Loca de vez en cuando, precuela paródica de la serie Isabel, con Lola Flores en el católico trono.

La hija de Jaime, Sandra, era la presentadora de Música, sí en La 1 cuando descubrieron al padre como hombre de paja de Gescartera. "Tengo un talonario de cheques para disfrutar, vamos a pasear por el mundo, vamos a gastarlo juntos...", cantaba Morey en 1980. Como si fuera el himno de la caja B del PP.