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CUANDO allá por el 15 de septiembre, en la madrugada, La 2 emita el concierto que Sole Jiménez ofreció en el Festival de Cartagena La Mar de Músicas, estará concluyendo un ciclo muy gratificante que durante siete semanas llena las noches de conciertos de altura. Ahora que la buena música parece haberse apeado de nuestras televisiones, se agradece y mucho el gesto de La 2. Uno teme que un año de estos, por recortes presupuestarios, los conciertos del verano incomparezcan en nuestras pantallas. Uno teme que llegue el día en que los festivales de jazz de Guecho, de Vitoria o de Donostia no sean difundidos por la televisión pública. Si ocurriese, no lo dudemos, muy pocos los echarían de menos. Caso de tener que comentar su ausencia de las pantallas, los medios apenas difundirían su supresión.

Por eso es preciso remarcar su existencia. Por eso no está de más recordar que los lunes, martes, jueves y viernes entre el erial de las programaciones de verano es posible encontrar una ración de hora y media de buena música. Los miércoles no hay concierto porque La 2 respeta su Zona Documental. Otra que no se anuncia en ninguna parte, y que sin embargo aglutina excelentes trabajos que en otros tiempos se podían ver en el extinto Documenta 2.

Cuando en la madrugada de 15 de septiembre suenen las versiones de Dos gardenias, Espérame o El manisero en la voz de Sole Jiménez y su grupo, La 2 estará concluyendo otro de esos ciclos que ennoblecen sus archivos. Mientras tanto, la denominada música culta permanece inamovible los sábados y domingos, agazapada a primeras horas de la mañana. No es todo malo. Los oasis siguen en su sitio.

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