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La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Nacer condenado

Se acepta como inevitable que existan guetos que condenan a quien nazca en ellos a la exclusión

Hay una dramática correspondencia entre dos noticias publicadas esta semana. La primera es que tres de los cuatro barrios más pobres de España se ubican en Sevilla y que en ellos, y en otros que se deslizan hacia esa marginalidad, "la pobreza se cronifica y la fractura social se consolida". Son observaciones constatadas y hechas públicas por Caritas la semana pasada al presentar su memoria 2016. Están basadas en la información directa aportada por las parroquias y en datos del Instituto Nacional de Estadística.

La otra noticia es la detención de unos padres de 18 y 19 años acusados de malos tratos a un bebé de seis meses, ingresado en estado crítico en el Hospital Virgen Macarena. Ambos son delincuentes habituales con antecedentes. La pareja vive como okupas en un piso del Cerezo. Como han venido informando los compañeros F. Pérez Ávila y J. Muñoz, la madre salió de la cárcel en el quinto mes de gestación y el niño nació de manera prematura a los siete meses de embarazo, por lo que estuvo dos meses en la UCI del Macarena. Allí el padre fue detenido por robar el móvil a otra persona que tenía a su hijo ingresado en el hospital y la madre aprovechó la lactancia de las otras madres para abrir con un destornillador las taquillas de estas dependencias. Ante estas actitudes y dadas las pocas veces que visitaban a su hijo, los enfermeros avisaron a los servicios sociales que "llegaron a presentarse en el hospital, pero no hicieron nada".

Ambas informaciones tienen mucho que ver entre sí, no como exculpación de los autores de estos hechos, sino como inculpación de las autoridades que en este caso han incurrido en una presunta dejación de funciones y que en tantos años tan poco han hecho para luchar contra los guetos urbanos; e inculpación de una sociedad que ha aceptado como inevitable que haya quien nazca en entornos que lo condenan a la exclusión y la violencia sin que se le ofrezca ninguna posibilidad de desarrollar una vida digna. Es terrible que tantos barrios antes normales y trabajadores se hayan ido degradando conforme el resto de la sociedad avanzaba social, política, económica y educativamente. Hace 40 o 50 años un niño que naciera en ellos, cuando eran barrios modestos e incluso dignmamente pobres, pero no marginales y miserables - no es lo mismo pobreza que miseria-, tenía muchas más posibilidades de crearse un futuro que hoy. Esta desalentadora realidad lo pone todo en cuestión.

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