A una media de seis mil parados más cada día, que es la cifra registrada por el INEM en octubre, da miedo pensar en las navidades que nos esperan. Navidades de pesadumbres y temores, con los carritos de la compra medio vacíos y las cajas de los comercios languidecientes, navidades más familiares de lo normal (ya saben, la familia que las pasa canutas unida permanece unida), las navidades más tristes que se recuerdan.

Y lo peor está por llegar. Hoy estamos más en crisis que ayer, pero menos que mañana, que no es la medalla del amor, sino la medalla del desconsuelo que a muchos nos han dado o nos van a dar. Lo ha anunciado el comisario Almunia: nueve meses de recesión y veintiuno de estancamiento. Total, dos años y medio de parálisis económica, con unas empresas cerrando y otras sin atreverse a producir lo que nadie va a comprar, y un chorreón interminable de nuevos parados. A la secretaria de Estado de Empleo, que irónicamente se llama Maravillas Rojo, le van a tener que cambiar de cargo: secretaria de Estado para el Desempleo. Qué maravilla, Maravillas.

Las medidas que se apresuró a anunciar Zapatero, nada más conocer los datos del paro de octubre que los españoles conocerían al día siguiente, ayudan a algunos colectivos, pero son la aspirina aliviadora que se suministra a un enfermo muy grave. Aun así, son casi las últimas disponibles en la botica ZP. Esto no lo ha dicho Almunia, sino Solbes, que ha sentenciado en Bruselas: "Prácticamente hemos agotado el margen de nuestra política discrecional". ¿Y ahora qué hacemos?

Algunas cosas estamos haciendo ya. Por ejemplo, poniéndonos ciegos de ver televisión, una actividad que más que actividad es pasividad y que no grava mucho el presupuesto doméstico. En octubre cada español vio la televisión 233 minutos cada día, casi cuatro horas. Estupendo mes, octubre: récord de paro y récord de televisión. La sobreexposición a la llamada pequeña pantalla, ya no tan pequeña, es una forma de ocio más barata que salir a cenar, ir al cine o tomar cervezas con los amigos. Por ejemplo, quitándonos del tabaco y del alcohol. Parece una broma, pero ahí están los datos. Los ministros dicen que la caída se debe a una mayor percepción social del riesgo que ambos consumos suponen para la salud, pero a mí me parece que el recorte de gastos ha llegado también a dos vicios nacionales tan notorios.

Nueve meses de recesión y veintiuno de estancamiento, es decir, dos años y medio de parados sin horizonte y de empleados asustados ante un horizonte de paro, dos años y medio mirando escaparates sólo por curiosidad o aburrimiento, recluidos ante el televisor y ajustando cuentas para ver si también hay que quitarse del tabaco. Y navidades tristes.

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