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Negociaciones: el momento de la prudencia

EN los tiempos que nos han tocado vivir, con medios de comunicación tan potentes como omnipresentes, es muy difícil ser discretos. De hecho, todas las instituciones que vivían del aura del misterio, como la monarquía, han sufrido un desgaste importante cuando las miserias humanas de sus componentes -que siempre existieron- se han hecho públicas y notorias gracias, principalmente, a la revolución de las tres W y a las redes sociales. Sin embargo, hay momentos, como el actual, en que los responsables políticos deben hacer un esfuerzo extra por ser prudentes. Durante las próximas semanas se van a producir una serie de conversaciones entre el PP y PSOE y Ciudadanos, los dos partidos políticos que, con una fórmula u otra, pueden propiciar la investidura de Mariano Rajoy como presidente del Gobierno, evitando así unas terceras elecciones generales que a todas luces serían desastrosas para la estabilidad política y económica del país. En estos días es importante que los responsables puedan hablar con tranquilidad y en la penumbra, sin esa luz y taquígrafos que reclaman los que tienen una idea equivocada de la transparencia y que lo único que indica es el profundo desconocimiento que tienen de los mecanismos políticos. Que los políticos hablen de lo que tengan que hablar, que lleguen a un acuerdo y que, cuando todo esté bien atado, lo comuniquen y lo defiendan ante la opinión pública.

Mientras tanto, es mejor evitar situaciones como las de ayer, en la que dos líderes de Ciudadanos Juan Carlos Girauta y José Manuel Villegas lanzaron mensajes contradictorios a la opinión pública y tuvieron que rectificar sobre la marcha, dejando una imagen muy pobre sobre la coordinación de la formación naranja.

España debe aumentar la transparencia de su Administración, hacer pública toda la información posible sobre los contratos y los concursos públicos y desglosar en lo posible en qué se gasta el dinero público. Los ciudadanos tenemos derecho a saber en todo momento en qué se ha gastado hasta el último céntimo de nuestros impuestos para evitar así la alegría con la que se han tratado los recursos de todos. Sin embargo, la transparencia no pasa por hacer públicas unas conversaciones que suelen ser muy delicadas y se pueden malograr al mínimo traspié. Tenemos derecho a saber el resultado final, pero no el proceso. La prudencia será un factor fundamental para que el pacto llegue a buen puerto.

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