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análisis

Fernando Faces

Nuevas réplicas del 'tsunami' financiero

Sorprendía la tranquilidad con que los mercados europeos encajaron los escenarios de incertidumbre abiertos por la guerra de Libia, el alza del petróleo y la catástrofe de Japón, pero en realidad era una calma chicha

CUANDO algunos analistas creían que España se había distanciado definitivamente del abismo de la insostenible deuda de países como Grecia, Irlanda o Portugal, nuevas réplicas del tsunami financiero vuelven a amenazar la deuda soberana y bancaria de España. Nos había sorprendido la calma con la que los mercados financieros europeos habían encajado los nuevos escenarios de incertidumbre abiertos por la guerra de Libia y los conflictos emergentes en los países árabes, la catástrofe de Japón, el alza del precio del petróleo y los alimentos, y la anunciada subida de los tipos de interés del BCE. En realidad, era una calma chicha que presagiaba nuevas turbulencias. Es posible que lo peor haya pasado, pero sin duda alguna en Europa tendremos que hacer frente a nuevas réplicas de la crisis financiera pública y privada.

Esta misma semana hemos sido testigos de nuevos repuntes en la prima de riesgo de la deuda pública y bancaria española. Los detonantes últimos han sido el creciente déficit público portugués, la progresiva crisis bancaria irlandesa, la amenaza inminente de subida de los tipos de interés, el fracaso del SIP de Cajastur y la CAM, y el anuncio del Banco de España de que existe alta probabilidad de que no podamos cumplir ante Bruselas con los objetivos de déficit y deuda pública comprometidos.

El anuncio del ministro de Finanzas luso de que el déficit real se ha disparado hasta el 8,7% del PIB en vez del 7,3%, 3.000 millones de déficit más, ha vuelto a disparar la deuda portuguesa a cinco años hasta el 9,5%, haciendo presagiar que el rescate portugués es ya inevitable. Del total de la deuda privada y pública portuguesa, 76.000 millones de euros, una tercera parte, está financiada por la banca española. Situación preocupante en un momento en que la crisis del sistema financiero español todavía no está cerrada.

El Gobierno irlandés, tras las últimas pruebas de estrés, acaba de anunciar que su banca necesita una nueva inyección de capital de 23.000 millones de euros y que además va a proceder a una nueva reestructuración y reducción de la dimensión de su sistema financiero. Una situación de deterioro que parece no tener límite y que afecta gravemente a los bancos ingleses, alemanes y franceses, que son los tenedores de gran parte de esta deuda. El costo financiero de su deuda sigue creciendo a pesar del rescate y todo hace presagiar que la reestructuración de la deuda con cargo a los acreedores parece inevitable.

Por si fuera poco, aquí, el Banco de España parece no dominar el proceso de reestructuración y capitalización de las cajas. La ruptura en el último momento del proyecto de integración del Banco Base y la expulsión de la CAM de dicho proceso como consecuencia del afloramiento de nueva morosidad y minusvalías es un suceso muy grave que cuestiona tanto la autoridad del Banco de España como la transparencia, objetividad y realidad del valor de los activos del balance de las cajas. El Banco de España está obligado a dar una solución rápida a esta desastrosa situación y tiene dos alternativas: la entrada del FROB en el capital de la CAM o su venta a otro banco o caja (Santander, La Caixa…).

La primera es la más segura, pero quizás la menos deseada por el Banco de España y el Gobierno, ya que empeora el endeudamiento público y traslada las potenciales minusvalías al contribuyente. La segunda es muy problemática, ya que la entidad financiera compradora, ante la falta de transparencia, va a solicitar un Esquema de Protección de Activos (EPA), de entre 5.000 y 6.000 millones de euros, que le cubra de las minusvalías ocultas, lo cual es de difícil aceptación, tanto para el Banco de España como para los contribuyentes. El proceso de reestructuración de las cajas está siendo lento, politizado y desordenado. El FROB se enfrenta a la difícil tarea de la valoración de las cajas que acudan en su ayuda. El valor de entrada en el FROB será una referencia, de límite máximo, para las cajas que acudan a bolsa. Aquellas que apelen a los mercados bursátiles tendrán de plazo hasta marzo de 2012. Demasiado tiempo con el quirófano del FROB abierto, a la espera de que alguna de ellas pueda fracasar en la captación de capital privado y tenga que apelar, en última instancia, a la ayuda pública.

Son cuatro años de reconversión del sector financiero, cuando en otros países como EEUU se hizo en unos meses, y mientras tanto la pequeña y mediana empresa agoniza por falta de crédito. Sin duda alguna, estos últimos sucesos son un mazazo a la credibilidad de nuestro sistema en los mercados financieros internacionales.

Mientras tanto, la Eurozona es la región más castigada por el alza del crudo y dentro de ella, España la más dependiente. Ante la posibilidad de que dichas alzas se trasladen a salarios y precios finales, el BCE nos avisa de probables subidas de tipos de interés, que tarde o temprano llegarán, lo cual penaliza la salida de los países más debilitados como España.

Pero quizás lo más preocupante es que el propio Banco de España en su último boletín nos avisa de una previsible desaceleración. Según sus previsiones, este año el PIB crecerá un 0,8% y en el 2012 un raquítico 1,5%, de tal manera que el desempleo continuará creciendo hasta el 20,7%, posponiéndose la creación de empleo hasta bien avanzado 2012. La razón fundamental es que las familias vuelven a reducir su consumo e incluso el ahorro, ante el creciente desempleo, tipos de interés e impuestos al alza, recorte de las prestaciones sociales y, sobretodo, falta de confianza. Todo lo cual pone en entredicho la consecución de la reducción del déficit hasta el 6% en el 2011 y deja abierta la posibilidad de una segunda fase de la crisis de la deuda pública española.

Como conclusión, podemos afirmar que no debemos bajar la guardia, que hay que acelerar y profundizar las reformas emprendidas, sobretodo la del sistema financiero y la de la negociación colectiva. Ha llegado la hora de la verdad, ya no sirven parches, anuncios optimistas, ni amagos voluntaristas, tan solo una cirugía profunda que nos conduzca a un crecimiento sostenido a través de una mayor eficiencia, flexibilidad y competitividad de nuestra economía. El tiempo de las reformas se está agotando.

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