SEVILLA debería firmar un convenio colectivo consigo misma para que no le tomen el pelo con las obras que ocupan los espacios públicos mucho más de lo necesario. Observen la proliferación de espacios vallados con el logotipo de la empresa constructora Camarena en los que muchos días no hay actividad, convirtiéndose las vallas en okupas de calles. Ayer dio Comisiones Obreras la pista para resolver el enigma. Chesterton lo hubiera llamado El Hombre que fue Viernes. La empresa Camarena hace contratos de lunes a jueves, y la semana siguiente renueva a los mismos empleados o ficha a otros con nuevos contratos de lunes a jueves. Así es normal que las obras se ralenticen y obstaculicen el acontecer diario. Los viernes no se trabaja. Ni se paga. Y toda la ciudad es rehén de esta picaresca ligada al Plan 8.000 del Gobierno. Y a la intervención del Ayuntamiento, pues el método Camarena lleva adherido el logo de Infraestructuras para la Sostenibilidad. Es la Sevilla insostenible.

Concentrar las obras en agosto debería aprovechar también los sábados y domingos para el zafarrancho. Bien está que se limite la actividad a las mañanas para evitar las tardes a 50 grados al sol. Pero el dinero que se quiere ahorrar desperdiciando días en los que la ciudad tiene mucha menos complejidad (sobre todo sábados y domingos, cuando aún más gente se reengancha a las playas), es el que todos pagamos en términos de competitividad cuando las calles, plazas y avenidas son un totum revolutuum de embudos.

La escasa complejidad de algunas obras no justifica su demora. Y la importancia de otras, por su afectación a nudos vitales de la red viaria, demanda el mismo interés por hacerlo rápido que tuvo el Ayuntamiento cuando remodeló la Avenida y la Plaza Nueva. Llegó a haber tres turnos para cubrir las 24 horas del día. Tanto no pido. Pero, señores, vámonos que nos vamos pues cambiar las aceras para incluir un carril bici no es construir la Expo 92... de lunes a jueves.