Un día en la vida

Manuel Barea

mbarea@diariodesevilla.es

Octubre

La estrella roja y la hoz y el martillo son estampados de camisetas de adolescentes en la puerta del McDonald's

A pesar de lo que propagaron -el radiante porvenir- los bolcheviques le negaron al futuro la imaginación. Paradójicamente, como revolucionarios, vertieron toneladas de realismo burócrata para aplastar cualquier ensoñación. La utopía era veneno anarquista. Y desde la Lubianka se expedían licencias para pesadillas que rompían con llamadas a la puerta en plena madrugada. Lenin vendió Octubre de 1917 como el mes de un nuevo amanecer limpio y cálido aunque su meteorología política pronto registró nubarrones que provocaron un diluvio ideológico para el que no estaban preparados los ushankas más abrigadores ni las katiuskas más impermeables. (Y cien años después va el presidente Xi Jinping y anuncia en el 19 Congreso del PC Chino el oxímoron de una "nueva era comunista".)

Aquel estado que fundó la Revolución de Octubre ya no existe. Se desmoronó. De aquello queda el ritual nostálgico de algunos trasnochados, aquí y allá, en torno a un monolito y los recuerdos cada vez más borrosos de un irreductible veterano que vodka o tinto en mano evoca en soledad antiguas correrías de joven aprendiz comunista. Mientras, la estrella roja y la hoz y el martillo son diseños estampados en camisetas con las que las textiles del capitalismo global hacen caja vistiendo a adolescentes que funden sus móviles de última generación en la puerta del McDonald's a la espera de pedir un Grand Big Mac y una Coca-Cola (¿y si era esto el radiante porvenir?).

A la sombra de este centenario reportajes y documentales informan de que los rusos intentan olvidar aquella revolución que les garantizaba el bienestar del pueblo y la seguridad del estado… siempre que ésta no corriera peligro. Entonces en el Kremlin no había la más mínima duda sobre qué opción debía prevalecer (ojo: en el Kremlin y en cualquier otro centro de poder que se precie, democracias liberales incluidas). Aunque también ahora, cien años después, cuentan los cronistas -y aseguran los expertos, faltaría más- que muchos de esos mismos rusos, antes de olvidar, se afanan en hallar una respuesta que les satisfaga a la pregunta de por qué soportaron tanto tiempo en el lado equivocado de la Historia, pues se da por hecho de forma indiscutida que el de este lado del muro derruido ha sido el correcto, la zona fetén. Es la hora de las seductoras ofertas del revisionismo, un negocio al alza: cuenta con mercaderes astutos y compradores tan ansiosos como incautos. Y no hay perfil periodístico de Putin en el que no se le llame Zar (aunque cada vez menos en cursiva).

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios