MEJOR, muchísimo mejor, es que contratiempo tan considerable como la lesión de su franquicia de gol te coja con los puntos que tiene el Betis y no en cueros. La lesión de Rubén Castro es muy mala noticia, pero con el copo de puntos logrado por el equipo de Mel se ve la cosa con menos tintes dramáticos. Además será la oportunidad de que los que están en la reserva demuestren que también son útiles para este Betis que tanto fútbol generó en estos dos partidos y que sólo fue refrendado por los aciertos del canario sobre las últimas campanas de Los Cármenes y del Villamarín, don Benito.

Y en esta hora en que se desvela que Rubén estará fuera más tiempo del que se esperaba en un principio hay que resaltar su profesionalidad y honestidad con la camiseta que defiende. Lesionado en el primer tramo del partido con el Mallorca a causa de una entrada en jugada ya invalidada y de la que salió impune el causante, Rubén aguantó hasta el final. Mel hizo los tres cambios, pero él no fue el elegido para la sustitución en ninguno de los casos. Montero, Salva Sevilla y Jorge Molina fueron los designados y él, lesionado, siguió en clara demostración de pundonor y, por qué no decirlo, por la alta estima que Mel tiene de sus cualidades.

Bajo un calor africano y con un tobillo que va a dejarle varado por una buena temporada, Rubén continuó y sacó energía para hacer ese gol que provoca que su ausencia alarme menos. Mala suerte y se repite un lance idéntico. El curso pasado empezó todo con Jorge Molina como encargado principal del asunto goles y cayó a las primeras de cambio por casi dos meses. Fue en un choque copero con el Salamanca y por la patada a traición de un tuercebotas. Entonces tomó Rubén el relevo en ese apartado tan principal de la suerte suprema del gol y sólo cabe desear que ese gol que tan caro le resulta al Betis no se quede huérfano y alguien sepa sucederle en la materia.