RECOMIENDAN que los experimentos se hagan con gaseosa y no con champán francés, mejor en el ensayo que la noche del estreno, ergo me imagino la carita del quiosquero cuando, pian, pianito, se tambaleaba el chiringuito, se balanceaban los periódicos y esas revistas tan requeridas, se acercaba el estruendo y el estrépito de un hundimiento mil veces anunciado y hasta ayer sin efecto. Qué casualidad, pero la minicatástrofe se ha producido a tiro de piedra de donde surgieron los primeros síntomas de la nocividad del Metro. Hace casi un cuarto de siglo en la Casa Guardiola aparecieron unas grietas que sembraron una alarma que multiplicó cierto diario local. Aquello se cargó al Metro, el dinero se fue a Bilbao y allí hicieron un suburbano que cruza dos veces la ría y que, lo que son las cosas, no dio un solo problema. Esperemos que lo del quiosco del Cristina no sea premonición, sino sólo susto.
Comentar
0 Comentarios
Más comentarios