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La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Oración bordada al Gran Poder

Nadie ha definido mejor que Sánchez del Arco los ajuares de las sagradas imágenes: oro fundido con oraciones

En antiguos azulejos, grabados, daguerrotipos y fotografías se ve al Señor del Gran Poder con la túnica desaparecida a mediados del siglo XIX que ahora un grupo de hermanos y devotos le quiere regalar a través de una suscripción popular con motivo del 400 aniversario de su hechura. No se puede encontrar mejor razón para hacerlo ni puede ser más oportuna la iniciativa. Porque no gasta mucho en lujos litúrgicos para el Señor esta Hermandad. La última tunica bordada que se le ofrendó fue la tan sencillamente hermosa de la guardilla en 1927 y sus tres grandes túnicas bordadas son de 1857 (corona de espinas), 1881 (cardos) y 1908 (persa). No se puede hablar de excesos. La Hermandad todo lo gasta en caridad a través de su pionera Bolsa de Caridad, de la conservación de su patrimonio, de la apertura de la Basílica y del culto. ¿Restauración, horas de apertura y culto son Caridad? ¡Sí! No se olvide que esta Hermandad no hace obra de caridad más grande que ofrecer el Señor a sus devotos.

El Papa Francisco, tan radicalmente evangélico en la opción de la Iglesia por los pobres, insiste en la lucha contra tres miserias: la material, que "toca a cuantos viven en una condición que no es digna de la persona humana"; la moral, "que consiste en convertirse en esclavos del vicio y del pecado, y también es causa de ruina económica"; y la espiritual, "que nos golpea cuando nos alejamos de Dios y rechazamos su amor". Concluyendo: "hay una única verdadera miseria: no vivir como hijos de Dios y hermanos de Cristo".

Las tres miserias son afrontadas por la Hermandad del Gran Poder. La primera con los muchos dineros que destina a la caridad. La segunda con las muchas misas que diariamente se dicen allí y las muchas horas de confesionario. Y la tercera con las muchas horas al día, todos los días del año, de exposición del Señor al que basta contemplar para sentirse hijo de Dios y hermano de Cristo: el milagroso intercambio que los teólogos llaman humanización de Dios y divinización del hombre. El Gran Poder otorga a sus devotos lo que hoy es más necesario: sentido firme y serio a sus vidas y rectitud moral a su hacer. No sólo de pan…

Por eso le quieren agradecer estos dones al Señor ofrendándole una tunica que no es lujo gratuito, sino símbolo litúrgico y oración bordada. Nadie lo expresó mejor que Sánchez del Arco al definir los ajuares de las sagradas imágenes como oro fundido con oraciones.

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