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La opinión invitada

Daniel PEREZ

La PAC, a la conquista del consumidor

La sociedad debe reconocer el tremendo esfuerzo que hacen los agricultores.

ES justamente ahora, cuando se están cerrando los últimos flecos de la nueva Política Agraria Común que regirá en Europa hasta 2020, cuando debemos comenzar a pensar en el futuro y a diseñar el modelo agrario que queremos para nuestros agricultores. Tenemos que anticiparnos a nuestro mañana y ser actores activos de nuestro propio futuro. Recientemente hemos celebrado elecciones al Parlamento Europeo que van a dar lugar a un Europarlamento muy fragmentado, con ideologías de todos los colores y muy dispares entre ellas. Dado que el nuevo parlamento va a tener mucho que decir en el futuro de las políticas europeas tenemos que ser más claros que nunca a la hora de explicar la política que necesitamos para que nuestros agricultores puedan continuar sirviendo al conjunto de consumidores europeos.

Si son muchas las incógnitas, también lo son las cosas que sabemos y que nos deben ayudar en este esfuerzo. En primer lugar, contamos con un presupuesto garantizado hasta 2020 y el conocimiento que habrá uno nuevo después de dicha fecha. Por otra parte, es cosa clara que la volatilidad de los precios ha venido para quedarse y para afrontar con garantías estas fluctuaciones los empresarios agrarios tendrán que hacer grandes esfuerzos en reducir sus costes fijos. El futuro está en los mercados y por ello habrá que ser competitivos, diversificar las producciones y aprovechar al máximo las nuevas tecnologías para poder competir con garantías en unos mercados cada vez más globales. Sin embargo, es condición sine qua non que se restablezcan los equilibrios entre los actores intervinientes en la cadena alimentaria para mantener la ilusión de un futuro esperanzador para nuestro agro. De nada servirán los esfuerzos realizados por nuestros agricultores si continúan sufriendo el abuso de los grandes operadores de la distribución, como sucede actualmente.

En cuanto a la nueva PAC, que estrenaremos el próximo año 2015, podemos decir que las ayudas se van a concentrar en la remuneración de los bienes públicos que los agricultores, con el desarrollo de su actividad, producen y la sociedad les demanda.

A lo largo de las negociaciones, la Comisión tuvo que moderar sus ambiciones con respecto al reverdecimiento de las ayudas. Distintos gobiernos, entre los cuales tuvo una participación destacada el Gobierno español, y un nutrido grupo de diputados europeos, se han peleado como titanes para que las nuevas obligaciones impuestas a los agricultores sean lo más livianas posibles y cabe reconocer que han obtenido buenos resultados. No obstante, este éxito relativo no debe acomodar al campo español. Debemos ponernos a trabajar de cara al futuro ya que con esta reforma hemos ganado tiempo, tenemos unos años de margen para preparar la política del futuro.

Está claro que somos un sector estratégico para la sociedad y como tal debemos ejercer. En este sentido debemos trasmitir, a la sociedad y a los políticos, que mantener el campo es mantener la vida. La PAC ha permitido que en Europa tengamos un abastecimiento de productos de calidad, a precios razonablemente bajos, obtenidos respetando al medio ambiente y fijando la población en el territorio. En lugar de política agraria común se debería denominar política del consumidor o política alimentaria porque, seamos honestos, los verdaderos beneficiarios de la PAC somos el conjunto de ciudadanos europeos, ya que todos somos consumidores. No me quiero ni imaginar lo que ocurriría en nuestros lineales de no existir una agricultura fuerte en Europa, dependiendo de terceros países, tal como ocurre con la energía. Claramente, la primera consecuencia sería el aumento, de manera considerable, de los precios de los alimentos. Estos, a su vez, serían de menor calidad y resultaría muy difícil garantizar tanto la procedencia de los mismos como su salubridad. Este hecho nos llevaría a destinar la mayor parte de nuestro presupuesto familiar a la compra de alimentos, siendo las familias más modestas, por tanto, las que más sufrirían las consecuencias, ya que cualquier alimento se convertiría en un bien de lujo para ellos.

Todo lo narrado no va a suceder porque estoy convencido de que Europa apostará por una nueva política fuerte con un presupuesto suficiente, pero desde hoy tenemos que empezar a trabajar para el 2020. Los agricultores deben hacer lo que mejor saben: producir alimentos de calidad, pero estando más cerca de los consumidores para así escuchar sus verdaderas necesidades y lograr que estén más satisfechos cada día. A los políticos les corresponde la no fácil tarea de reequilibrar la cadena alimentaria, si no lo hacen, nada tendrá sentido. Y por último el conjunto de la sociedad tiene que exigir que en el 2020 tengamos la Política Alimentaria o PAC más fuerte posible, porque de ello nos beneficiaremos el 100% de los europeos.

Es necesario que la sociedad en bloque reconozca el tremendo esfuerzo que hacen nuestros agricultores para seguir proporcionándoles alimentos de calidad a precios bajos. Teniendo un campo fuerte mantenemos vida.

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