JUAN Ignacio Zoido, alcalde de Sevilla tras una victoria electoral abrumadora, fue entronizado ayer como presidente del Partido Popular de Andalucía en el decimotercer congreso de esta organización, celebrado en Granada, que tuvo que ser cerrado de forma abrupta tras la decisión de Mariano Rajoy de adelantar su presencia en este cónclave por temor a las protestas provocadas por su plan de ajuste presupuestario. La promoción de Zoido a este nuevo cargo fue decidida por la cúpula nacional del PP, con Rajoy a la cabeza, y su propio predecesor, Javier Arenas, el hombre que ha conducido durante dos décadas al centroderecha andaluz hasta llevarlo a tres sucesivos triunfos electorales en una comunidad de prolongada hegemonía socialista. Ambos cortaron de raíz el malestar producido en ciertos sectores del partido por la condición de regidor de la capital andaluza de Zoido, impulsando una declaración forzosamente unánime de adhesión de los ocho presidentes provinciales del partido en la región. Al contrario que otros partidos, el Partido Popular acostumbra, en los últimos años, a llegar a sus congresos con las tensiones resueltas o suavizadas, de modo que las jornadas congresuales acaban tomando un carácter plebiscitario y mitinero. Zoido, consciente de que la figura de Arenas es irrepetible y que su liderazgo habrá de ser distinto, ha empezado por modificar la estructura dirigente del partido del que se hace cargo. Ha eliminado las vicepresidencias honoríficas, ha promocionado a un grupo de jóvenes en busca de su oportunidad, ha reducido la cúpula para hacerla más operativa y ha designado secretario general a otro alcalde, también sevillano. Sensible a los equilibrios territoriales, ha impulsado la creación de un órgano representativo del amplio poder municipal del PP, al que pretende dotar de actividad y protagonismo. La sucesión de Arenas es, sin embargo, incompleta. Zoido le sustituye como presidente del PP-A pero no como candidato a la Presidencia de la Junta. Ser alcalde de Sevilla le impide ir construyendo su candidatura a la comunidad autónoma. La fragilidad de la coalición PSOE-IU podría llevar a una legislatura interrumpida y la convocatoria precipitada de elecciones autonómicas. Zoido y el PP corren el riesgo de ser sorprendidos en fuera de juego.

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