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Pablo Iglesias se examina

La moción de censura de Podemos es tan oportunista como las de González en 1980 o Hernández Mancha en 1987

El anuncio de una moción de censura de Podemos ha atrapado toda la atención , dejando en segundo plano la indignación por el nuevo caso de corrupción de otra primera figura del Partido Popular. Tiene toda la pinta de que lo hacen para presionar al PSOE e intervenir en sus primarias. Ya hubo otras dos en el pasado. La de 1980 catapultó a Felipe González al poder dos años después; contó con 152 votos de PSOE, PCE, PA y Mixto. La de Hernández Mancha en 1987 inició su declive; tuvo sólo los 67 votos de AP y UV.

De momento, por la aritmética la de Iglesias se parece más a la segunda que a la primera. Pero una moción de censura es un escaparate magnífico. Y un examen con riesgos evidentes. Las lágrimas de cocodrilo de la portavoz de Podemos sobre la urgencia de echar de La Moncloa a Rajoy son equivalentes a las de Esperanza Aguirre, compungida por la detención de su delfín. Si tan importantísimo era el desalojo no se entiende que Podemos votara hace un año contra un gobierno de socialistas y Ciudadanos.

El instituto nacional de opinión pública CIS, pregunta en sus encuestas cómo se sitúa a los partidos de 0 (extrema izquierda) a 10 (extrema derecha) en el espectro político. El PP saca un 8,21 y Podemos un 2,18; desde los extremos están protagonizando la vida política. En la última campaña, sin embargo, el Partido Popular consiguió trasladar la imagen de partido moderado, frente a lo que vendió como "extremismo" de Podemos. Gran parte de la mejoría de Rajoy entre las dos elecciones se debió al miedo que generó Iglesias en el electorado.

Mientras, la falta de pulso del PSOE no se advierte sólo en el Congreso. Su pérdida de liderazgo social se nota en todas las provincias andaluzas, sin ir más lejos. Es un problema de marca. Los resultados de Francia lo ratifican. El socialismo institucional francés, moderado e integrado, ha quedado maltrecho en las presidenciales. Hollande con la popularidad por los suelos ni pudo presentarse a la reelección y el primer ministro Manuel Valls fue barrido en las urnas, en unas primarias en las que votaron casi dos millones de simpatizantes.

La moción de censura de Podemos es tan oportunista como las de González o Hernández Mancha. Su líder Iglesias quiere más focos. (Esta semana ha completado su purga a Íñigo Errejón; lo ha eliminado de la única tribuna que mantenía, en una tertulia de la Ser). Veremos si su egocentrismo sobrevive al duro examen, con tan difícil adversario como Rajoy. O queda en evidencia.

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